El éxito de Cruyff está a mitad de camino entre la pizarra y la jefatura de personal
La memoria colectiva en el fútbol español es de corto alcance y reposa en la superficie. La opinión generalizada concluye que la personalidad de Johan Cruyff ha sido un elemento clave para entender el actual reparto de papeles: el Barcelona en su mejor época y el Madrid cara a la pared. Se acepta que el Barca disfruta y el Madrid sufre, que el Barça invierte y el Madrid despilfarra, que uno pierde lo que el otro gana. Cruyff cumple su quinta temporada y el éxito le señala con el dedo unánimemente, pero perdió dos Ligas, gastó cerca de 5.000 millones en fichajes e hizo unos 70 movimientos con jugadores. Es lícito dudar si Cruyff ha sido mejor entrenador que jefe de personal. Y, sobre todo, ha sabido alimentar la paciencia de Núñez: cada año un título. En ese sentido, nada nuevo bajo el sol.Cruyff firmó por el Barcelona a las 23.50 del 4 de mayo de 1988. Con esa exactitud lo reflejan algunas crónicas, como si se tratara de un alumbramiento. Y dijo: "Con la ayuda, de Dios saldremos adelante". Fue una declaración de intenciones inoportuna según los barcelonistas agnósticos, que sospechaban en Dios cierto tufillo madridista.
Pero razones tenía el holandés para manifestarse en esos términos. Por aquel entonces, todos los indicadores coincidían en que el Barcelona navegaba a la deriva. Los jugadores estaban amotinados, las bodegas presentaban un aspecto preocupante -una Liga, dos Recopas y dos Copas para diez años de singladura- La tormenta arreciaba según se hacía más evidente que el Madrid. sumaba sin remedio su tercera Liga consecutiva. Y a Núñez le esperaba la guillotina electoral al cabo de un año. En una jugada de olfato se adelantó a la oposición cuando esta especulaba con la futura contratación del legendario Johan Cruyff. Núñez entró en el área y fue a por él. No le importó dejar en fuera de juego a Clemente, que se acostó una noche como técnico azulgrana y amaneció en pijama y en el paro. Cruyff fue adquirido como reclamo: siempre hay tiempo para cambiar de entrenador.
El equipo buscaba algo que llevarse a las vitrinas bajo la interinidad de Luis Aragonés. Luis en el banquillo, Clemente en el limbo y Cruyff en la grada: el organigrama técnico del Barcelona daba para el psicoanálisis. Luis consiguió La Copa, y por ello recibió la prima correspondiente adjunta al finiquito. Y Cruyff dijo: "Todos los jugadores que estén conmigo deberán tener respeto por el presidente. Si no les gusta que se vayan". ¿Qué era Cruyff, técnico o jefe de personal? Schuster tomaba el puente aéreo hacia el Real Madrid. Otros 16 compañeros causaron baja. El club gastaba 2.000 millones en adquirir a 11 jugadores.
Cruyff también perdió dos Ligas y fue una víctima más de los años dorados de la Quinta del Buitre. El Barcelona ha tenido que contribuir con unos 4.500 millones en pulir el estilo de Cruyff durante los últimos cinco años mientras el Madrid ha gastado 5.000 en buscarse a sí mismo y todavía está en el camino: la diferencia es más cualitativa que cuantitativa. Los azulgrana han hecho 70 movimientos de jugadores para una alineación nueva, mientras los madridistas han hecho 50 en busca de compañeros para la Quinta del Buitre. La memoria juega a favor del Barça según el recuerdo es más próximo: 200 millones gastó el Barcelona para esta temporada frente a 1.200 el Madrid, cinco jugadores de Mendoza cobran más que cualquiera de los extranjeros del Barcelona.
Señal de alarma
Los indicadores del Real Madrid son ahora casi tan alarmantes como los del Barcelona que encontró Cruyff. las bodegas vacías en los dos últimos años. No hay motín, pero hay oposición. La memoria colectiva se ha detenido en este punto. Cruyff manda, ¿Y Floro?.
Cuando el holandés firmó por el Barcelona a las 23.50 de aquel 4 de mayo de 1988 cual alumbramiento, en la pequeña población de Játiva se vivía una experiencia futbolística de tercer orden: el Olímpico luchaba por el ascenso a Segunda A. El lugareño comentaba con cierta sorna que el campo se había quedado sin hierba a los dos meses de competición. No había caído en la cuenta, sin embargo, de que 30 de los 55 goles de su equipo respondían a jugadas a balón parado. Y un tal Benito Floro, autor de la gesta, se dijo: "Es una maravilla táctica". Era un éxito sin relieve porque los periódicos gastaban tinta con Cruyff.
Años después, Mendoza fichó a Floro porque le llamaban el Sacchi español de la misma manera que Núñez contrató a Cruyff para robarle el estandarte a la oposición: ninguno de los dos fue la primera opción. Si de ciertas conductas se deducen ciertas consecuencias, entre ambas decisiones no hubo distancia. La distancia la ha puesto Cruyff y su disposición para multiplicar sus funciones. Pero su ejemplo no es necesariamente exportable: la tendencia cambiará si el ex entrenador del Olímpico de Játiva, o sea Floro, alimenta la paciencia de Mendoza. Así es el fútbol: siempre hay tiempo para cambiar de entrenador.
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