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El Gobierno británico no logra evitar la emisión de las confesiones de un asesino en serie

Enric González

El Ministerio del Interior británico intentó impedir, hasta el último minuto, la emisión del programa. Tres horas antes del momento en que debía empezar a emitirse, los abogados del Gobierno batallaban aún en los tribunales. Tres jueces decidieron en el último instante, sin embargo, que el público tenía derecho a saber. Y a las 22.40 del martes, a través de la cadena de televisión privada ITV, millones de británicos pudieron ver y escuchar a Dennis Nilsen, el ex funcionario que entre 1979 y 1983 asesinó a 15 hombres (o sólo 12: en la entrevista comentó, con displicencia, que se había inventado tres víctimas "para que sus núnieros cuadraran con los de la policía"). "El interés público no requiere de mí que prohíba los cuatro minutos de la entrevista con Nilsen sentenció el juez Aldous. "La televisión es un medio poderoso, y la entrevista con Nilsen muestra un tipo de hombre que, mata: hay ahí un potencial beneficio educativo", agregó. "Es dificil creer que una persona con tendencias violentas vea a Nilsen, encerrado en una celda, con uniforme carcelario, obviamente sin posibilidades de libertad en un futuro próximo, como un modelo que valga la pena imitar", remachó.

Algunos diputados conservadores se unieron al Gobierno en su oposición al programa dedicado a los asesinos en serie y a los nuevos métodos policiales para identificarlos. "Es una glorificación del asesino, y constituirá una horrible tortura para los familiares y amigos de las víctimas", declaró la parlamentaria tory Jill Knight.

Pero alguien le llevó la contraria con poderosa autoridad moral: Carl Stottor, una de las pocas víctimas que conservó la vida (pese a dos días de tortura), llamó a la emisora de televisión para felicitarles: "El programa ha demostrado que Nilsen no tiene nada de sobrehumano o fantástico. Es sólo un tipo arrogante, un hombre ordinario que mata".

El Gobierno temía que la entrevista reforzara, precisamente, el mito de Nilsen. Desde 1983, cuando fue condenado a un mínimo de 25 años, al menos dos personas -un secuestrador y un asesino- han confesado que aspiraban a ser como él. El silencioso ex funcionario, homosexual y obsesionado con la muerte, culturista y admirador de Hitler, se convirtió en objeto de un morboso culto cuando se divulgaron los detalles de sus crímenes.

El martes, Nilsen rememoró las matanzas. Cómo morían sus víctimas, todos ellos jóvenes dedicados a la prostitución. "Lo más excitante era cargar con el cadáver. Lo levantaba como una expresión de mi poder. Sus miembros colgantes eran un símbolo de su pasividad; cuanto mayor su pasividad, mayor mi actividad". Cómo su casa empezó a llenarse de cuerpos, ocultos bajo el suelo de la cocina. Cómo, cuando el olor a putrefacción "se convirtió en un problema", descuartizó los cadáveres. Cómo las cabezas se guardaban en el frigorífico. "Aún siento una comunión espiritual con esa gente". Cómo las vísceras iban a la basura o al inodoro.

Nilsen fue localizado por la policía cuando el desagüe quedó atascado por las vísceras.

Sólo seis personas llamaron para protestar tras la emisión del programa.

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