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Robinson se deshace de sus críticos y sigue al frente de American Express

James Robinson ha protagonizado un extraordionario contragolpe en la cúpula de American Express. Tras anunciar su retirada en una calculada estratagema, no sólo ha conseguido quedarse como presidente sino que además se ha deshecho de los críticos con su gestión.

Desde ayer no hay dudas sobre quién manda en el World Financial Center, sede de la compañía en Nueva York, pues aunque Robinson ha transmitido los poderes ejecutivos a Harvey Golub, nuevo consejero delegado del grupo financiero, todos saben que es el presidente quien lleva las riendas.

Robinson, que se rebeló contra la humillación de que le sustituyera alguien de fuera de la compañía, sostiene que la caída de beneficios en 1992 (436 millones de dólares, la mitad que en 1991) es pasajera. Sus críticos discrepan y le auguran un nuevo fracaso.

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