Infelices sueños
Los terrores nocturnos infantiles pueden estar asociados a problemas psicológicos
Elena, una pequeña de cinco años, revolucionó la casa familiar hace algún tiempo, cuando le dio por despertarse bruscamente en medio de la noche gritando, empapada en sudor, balbuceando palabras inconexas."Las crisis solían durar cinco o diez minutos", explica su madre. "Luego se tranquilizaba y volvía a dormirse. Al día siguiente no se acordaba de nada". Al cabo de unos meses, los miedos desaparecieron y la familia volvió a la normalidad. "Pasábamos nosotros más miedo qué ella", añade su madre. Como Elena, un 3% de los niños menores de ocho años sufren este tipo de trastorno, asociado con la maduración del sistema nervioso, que, en principio, no constituye nada patológico.
Otros problemas del sueño, como las pesadillas o el miedo a la oscuridad afectan a todos los niños, aunque su frecuencia puede ser el síntoma de un problema psicológico en la cuarta parte de los casos. "Los padres deben comprender que todo el mundo tiene derecho a tener miedo", explica Ignacio Avellanosa, responsable del área de psiquiatría infantil del hospital Clínico de Madrid."Todos los niños suelen tener este tipo de trastornos. Es algo que no debe dramatizarse, aunque, en algunos casos, es importante acudir a un especialista", añade Avellanosa. La aparición de miedos y trastornos nocturnos en los niños es tan normal en ciertas edades, que lo preocupante precisamente es que no se produzcan, según explica Javier San Sebastián, psiquiatra infantil.
Los terrores nocturnos constituyen uno de los trastornos del sueño que más preocupa a los padres, por la violencia de los síntomas con que generalmente se manifiestan. Suelen aparecer en la primera parte de la noche, cuando todavía no se ha empezado a soñar. Los niños se incorporan en la cama gritando, con los ojos muy abiertos y cara de terror, con sudores, taquicardia respiración descontrolada, el pelo y la piel erizados, todavía dormidos.
"La crisis suele ser muy breve cinco o diez minutos explica Ignacio Avellanosa. "Normalmente no va asociada a una historia terrorífica, porque el niño no está soñando. A veces pronuncian alguna palabra suelta, relativa a una imagen, pero se tranquilizan enseguida y vuelven a dormirse. Es más, al día siguiente el niño no suele recordar nada", añade.
Sin secuelas
Su frecuencia suele ser de una o dos veces por semana. Al cabo de unos meses desaparecen, igual que habían aparecido, y no tienen porqué dejar secuelas, a menos que estén relacionados con una patología psicológica concreta. "Es importante que los padres no se sientan culpables cuando ocurre esto", afirma Avellanosa. "Porque, normalmente tiene poco que ver con ellos", asegura. "En algunos casos, pueden influir problemas emocionales, de integración escolar o algún episodio traumático, como puede ser un ingreso hospitalario o un accidente", continúa. "Pero, normalmente, se trata de un trastorno asociado al proceso normal de maduración del sistema nervioso y cerebral, que trastorna el sueño con imágenes terroríficas".Por eso, es raro que se produzca en los adultos. En estos casos, puede ser signo de trastornos neurológicos y psicológicos. Puede también estar producido por el consumo de algún medicamento.
Alrededor de un 3% de las consultas psiquiátricas infantiles están relacionadas con los terrores nocturnos, aunque los especialistas señalan que esos episodios son mucho más frecuentes y pueden llegar a afectar hasta un 20% de los niños. "Cuando el terror nocturno no aparece con demasiada frecuencia, lo que deben hacer los padres es no dramatizarlo y tranquilizar al niño", afirma Ignacio Avellanosa. En los casos en los que se produce de una forma muy frecuente e intensa, conviene acudir a un especialista.
En general, los expertos son poco amigos de las terapias farmacológicas en niños tan pequeños. En España, de los más de 13 millones y medio de tranquilizantes antidepresivos consumidos al año, un 2,1% corresponden a niños hasta los 11 años. El mismo porcentaje corresponde al consumo de los casi cuatro millones- de hipnóticos y medicamentos para los trastornos del sueno, según la industria farmaceútica.
Diferentes
A diferencia de los terrores nocturnos, cuya incidencia ha evolucionado poco a lo largo del tiempo, otros trastornos -como las pesadillas o los miedos a la hora de irse a dormir- sí han experimentado un aumento en los últimos años, sobre todo en las grandes ciudades de los países desarrollados."Aproximadamente en una cuarta parte de los casos se trata de un problema grave, por su intensidad y frecuencia", afirma Avellanosa. "Aunque sólo entre un 10% y un 15% de las familias acuden a la consulta de un psiquiatra", añade. Las pesadillas y los miedos a la oscuridad están normalmente provocados por un estado de angustia vivido en la vida cotidiana.
Ignacio Avellanosa recuerda los casos de dos de sus pacientes, entre siete y diez años: Una de ellas empezó a sentir pánico tras la violación y el asesinato de una niña gallega en una localidad próxima a la suya; la otra pequeña vivía cerca del barrio madrileño donde ETA provocó una matanza con un coche bomba hace algo más de un año.
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