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Reportaje:

Deshacerse de Mitterrand

La derecha francesa estudia una 'huelga de poder' para forzar el abandono del presidente

Impaciente por ver a François Mitterrand jubilado en su granja de Latche, la derecha francesa discute sobre la conveniencia de aceptar o no una segunda cohabitación con el presidente socialista tras las legislativas del próximo marzo. Desde el punto de vista constitucional, la derecha, a la que los sondeos auguran una aplastante victoria, no tendrá más remedio que formar Gobierno. Pero algunos de sus líderes proponen una huelga de poder hasta que Mitterrand se decida a dimitir: no desean que el presidente se beneficie por segunda vez de su papel de padre de la patria, como en 1986-1988.

Mitterránd se declara listo para una segunda cohabitación que respete el "reparto constitucional de poderes" entre su persona y un futuro primer ministro de derechas. Sin embargo, la actual oposición cree que, en caso de una espectacular derrota socialista en marzo, el jefe del Estado debería acortar su mandato, que culmina oficialmente en 1995.El ex presidente Valéry Giscard d'Estaing piensa que la derecha no debe caer por segunda vez en lo que llama "la trampa de la cohabitación". Giscard, líder de la centrista Unión para la Democracia Francesa (UDF), recuerda que, entre 1986 y 1988, Mitterrand fue el único beneficiado- de la cohabitación con el entonces primer ministro gaullista, Jacques Chirac. Pudo dar la imagen de padre de la patria y dejó a Chirac el papel de culpable de todos los desaguisados.

Giscard asegura también que "la grave situación" de Francia no permite que el presidente "tire en una dirección mientras un Gobierno apoyado por la mayoría de los franceses desea tomar otro rumbo". "El Estado no puede funcionar con dos poderes ejecutivos que luchan entre sí", afirma. Mitterrand, concluye el líder centrista, "debería prepararse para abandonar sus funciones".

En esa misma línea, el populista Philippe de Villiers, el único dirigente de la UDF que hizo campaña a favor del no a Maastricht, ha creado un coyuntural movimiento político, Combate por Francia, destinado a "rechazar la cohabitación". "Convivir con el presidente socialista es quemarse inútilmente", dice. Por el contrario, la gaullista Asamblea para la República (RPR) parece resignarse a compartir el poder con Mitterrand. Chirac, su líder, acepta la cohabitación, aunque él renuncia de antemano a repetir la experiencia: de 1986-1988 y defiende la candidatura de su correligionario Edouard Balladur al puesto de primer ministro. Balladur afirma también: "Nadie ha encontrado una alternativa constitucional a la cohabitación".

No obstante, Chirac advierte que el jefe del Estado "no deberá poner ningún obstáculo" al mandato que recibirá "la nueva mayoría" para "aplicar las reformas necesarias para la recuperación de Francia".

En la, de hecho, ya iniciada campaña electoral, JacqUes Chirac y los suyos están consiguiendo presentarse, al igual que los socialistas, como "una fuerza conservadora". Una encuesta publicada en la última edición del semanario de izquierda Le Nouvel Observateur revela que el 68% de los franceses considera "negativo" el balance socialista y el 31% sitúa a los gaullistas del RPR como "el partido más reformador", por delante, por este orden, de los ecologistas, la UDF y el Partido Socialista.

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Legalidad y legitimidad

En esa misma edición, Jean Daniel, director del semanario, llama al presidente socialista "carroza acribillada", y afirma que, en caso de neta victoria de la derecha en las legislativas, "el mantenimiento en el Elíseo de Mitterrand será constitucional; es decir, legal, pero no legítimo". Es ése un sentimiento, ampliamente compartido en el seno de la izquierda.En la polémica sobre la cohabitación, los líderes de la coalición RPR-UDF recuperan su unidad al afirmar que, en caso de que Mitterrand decida seguir en su puesto, deberá limitarse a "inaugurar exposiciones florales". "No podemos consentir que Mitterrand critique al futuro Gobierno o bloquee su actuación", proclama el centrista Bernard Bosson.Yves Galland, del RPR, propone que la derecha ofrezca a Mitterrand "un pacto de cohabitación" basado en las siguientes condiciones: el presidente renuncia a inmiscuirse en la composición del Gobierno, se compromete a no criticar su actuación, acepta firmar todos los textos que elabore y delega en el primer ministro la representación de Francia en los Consejos Europeos. Si el presidente rompe ese "pacto", el Gobierno, dice Galland, debe dimitir, "aunque ello provoque una grave crisis constitucional".

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