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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Negocios y elecciones

NO SÓLO en España el 93 es un año electoral. En marzo habrá elecciones parlamentarias en Francia, y la derrota, en ellas de los socialistas es, según los son deos, una variable fija. El electorado les perdonó que fueran vendedores de sueños, que se equivocasen; pero en marzo no les perdonarán que hayan convertido la política en un negocio. En 1981 prometían la "ruptura con el capitalismo"; en el verano del 84, des pués de tres devaluaciones' y un aumento del déficit sólo comparable al del desempleo, la -utopía fue clausurada. Dos años después la derecha ganó las legisla tivas, para ceder de nuevo el Gobierno a los socialistas en el 88. A tres meses de la cita con las urnas, la impopularidad de Mitterrand, el PS y toda la clase política alcanza cotas no igualadas. Se vive en plena resaca de los affaires.Affaires: escándalos en los que se mezclan dinero, impunidad e incompetencia. En 1989, los ciudadanos descubren la existencia de Urba-Gracco, una sociedad dedicada a recaudar fondos para el PS a cambio de prestar falsos servicios. La oposición no puede rasgarse las vestiduras porque ella lleva años haciendo lo mismo, y suyo fue el invento de las falsas facturas. El Parlamento se autoamnistía y hace propósito de enmienda. Al dinero se le añade, pues, la impunidad.

Con las transfusiones de sangre contaminada por el sida ha ocurrido otro tanto. Primero se intentó ocultar el drama, comprar el silencio de los afectados, para admitir finalmente que todo era debido a "los conocimientos científicos de la época". Al fin se envió al altar de los sacrificios a cuatro doctores, entre ellos a Michel Garretta, el audaz megalómano que decidió continuar envenenando hemofílicos para ahorrar unos millones al Estado. A cambio, incluso se hizo acreedor, de la Legión de Honor. Pero en 1991 la sangre contaminada amenaza con salpicar a los políticos, y Garretta se ve obligado a dimitir. Laurent Fabius, Georgina Dufoix y Edmond Hervé, los tres ex ministros implicados, intentan escurrir el bulto, pero la prensa, las asociaciones de hemofílicos y la oposición les recuerdan que no por incompetentes merecen la impunidad. Y de ahí, después de nuevas vacilaciones y de penosos intentos, por parte de Fabius, de saltar en marcha del furgón que les conduce hacia un alto tribunal de justicia reservado a ministros y presidentes, que hoy carezca incluso de importancia saber si son o no inocentes en el sentido estricto de la palabra. De momento, Fabius no ha tenido siquiera la valentía y dignidad de dimitir de su cargo de primer secretario del PS.

Urba-Grecco y el asunto de la sangre contaminada son los affaires más conocidos, pero hay otros muchos: el alcalde de Niza, Jacques Medecin, de derechas y mafioso, muy dado a subvencionar las empresas y sociedades que él mismo presidía; el del alcalde de Angulema, el, socialista Boucheron, aficionado a los Ferraris, hoy instalado en Buenos Aires -donde sigue cobrando su salario como diputado- para escapar de la deuda monstruosa e injustificable en que sumió a su ciudad. Y affaires en los que quizás no hay beneficiario personal, pero en los que el Estado despilfarra alrededor del 10%, de su presupuesto: el costosísimo proyecto del avión Rafale, que todo el mundo sabe que militarmente no sirve para nada, pero que sigue adelante; el de una "ópera popular", la Bastille, que ha resultado ser la más ruinosa del mundo; el de las subvenciones estatales a los coches de fórmula 1 Ligier, incapaces de ganar una carrera en 10 años; el desastroso plan de cableado con fibra óptica de varias ciudades.

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La lista es larga, pero las consecuencias pueden resumirse brevemente: los socialistas han dilapidado el crédito moral que se atribuía tradicionalmente a la izquierda, todos los partidos parlamentarios han puesto en cuestión el valor de su representatividad al favorecer la impunidad y la endogamia entre diputados, senadores, alcaldes o ministros y, por último, las instituciones mismas de la V República parecen hoy sospechosas.

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