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"Me pegó un tiro y se quedó tan ancho"

Relato del muchacho al que disparó un policía durante una reyerta

Ana Alfageme

El único regalo de Reyes que ha recibido Óscar O este año ha sido una acusación por agredir a un policía, el mismo que le agujereó el muslo con una bala en una plaza de Arganzuela. Él dice que sólo trataba de recuperar el balón con el que jugaba con dos amigos y que un tipo llegó empuñando una pistola y amenazando. Su familia conocida en el barrio, asegura que vive en un continua pesadilla. Óscar sueña con sacar el carné de conducir, ahora que va a cumplir los 18 y que sus padres se iban a retratar en Reyes. "Hasta sin eso me he quedado", dice el chaval, y enseña su muslo izquierdo, sepultado en bolsas de hielo. Una bala de un policía entró por la bragueta de su vaquero, rozó el pene, y atravesó su muslo izquierdo.Una bala que ha venido a destrozar las navidades a su familia, el padre, la madre, el hermano mayor, que ahora están con él en el hospital, haciéndose cruces. "Somos una familia normal; mi hijo, ya lo ve, no es ningún punki", dice la madre. "Vamos, que Óscar esté acusado de agresión a un policía... yo quise hablar con ese señor y él no quiso. Ni a mi abogado le han dicho cómo se llama", añade el padre, pulcramente encorbatado.

Óscar, que estudia electrónica, suele andar por la plaza de Rutillo Gacis los fines de semana con los amigos. El domingo, a media tarde, estaba con David, un chaval de 19 años que es mensajero y con Ricardo, que tiene su misma edad. Daban patadas a un balón que se enganchó en un árbol, pegando a la iglesia. Dos horas después, óscar tenía agujereado el muslo; y Ricardo y David -con 10 puntos en la cabeza- estaban encerrados en un calabozo, por primera vez en su vida.

Ellos cuentan una historia diferente a la de la policía, que dice que los chicos, con aspecto punki, tiraban litronas a una iglesia, y el agente, de paisano, les reprendió, se identificó como policía y le pegaron. Cuando ya estaba casi en el suelo, disparó, según fuentes policiales. Luego fue él quien pidió auxilio.

"Al próximo que tire una piedra le pego un tiro", fue lo primero que dijo el hombre al llegar, asegura Óscar, que se volvió y sólo pudo fijarse en la pistola, un revólver que el hombre empuñaba. "¿Cómo vas a ir pegando tiros por ahí?", le contestó David. "Ricardo y yo nos quedamos alucinados. El hombre se lió a culatazos con él, y ni quitó el dedo del gatillo, le podía haber matado".

David se separó, tocó la sangre en la frente y gritó: ¿Estás loco? ¿Qué haces?". "El otro volvió a lanzarse contra él y yo le intenté separar, le agarré", añade Óscar. Sonaron dos tiros. El chico miró la sangre en el muslo, se quitó el pantalón, encogió la pierna y del agujero que dejó la bala salió un chorro de sangre. "Ahí me asusté mucho". Mientras, el hombre, "que estaba tan tranquilo" se ofreció a evacuarle en un taxi. "Yo con usted no voy a ningún sitio", replicó Óscar. David llamó a la policía y unos amigos retuvieron al desconocido. "Yo me enteré de que era policía en el hospital. Me pegó un tiro y se quedó tan campante", dice amargamente.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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