Inocente señor alcalde
Una vendedora de la plaza Mayor se precia de embromar a todos los regidores
José María Álvarez del Manzano se encogió. Notó algo cosquilleante en su mano, estrechada por una vendedora viejecita del mercadillo de la plaza Mayor. Juan Barranco pegó un brinco eléctrico al coger un bolígrafo. Enrique Tierno intentó beber cerveza de una copa de doble fondo. María Corsino se precia de haber gastado inocentadas a todos los alcaldes de Madrid que han pasado por su puesto en los últimos 40 años. Y de haber vendido en la plaza los primeros artículos de broma.
Tiene el pelo blanco y marcadas las arrugas. Usa bastón, es educada y castiza y se ríe -je, je, je- como las brujas de las películas cuando se acuerda de todas las bromas que ha gastado en sus 80 años de vida. "Ya no se hacen las inocentadas de antiguamente, como cuando echábamos monedas al suelo atadas con un hilo invisible. La gente, como las oía sonar, se agachaba y en ese momento tirabas del hilo y... je, je".María espera hoy, Día de los Inocentes, en su puesto de la plaza Mayor, a "esas chavalas que vienen de las oficinas para gastarles bromas a sus compañeras". "Pero", advierte, "antes se las doy yo a ellas, je, je". María está escoltada en el puesto por polvos picapica, barras de labios con forma de pene, sangre artificial... y por su familia.
¿Tienen mecheros de esos de broma? -preguntan unas chicas.
-Sí, tenemos de agua y de humo de colores -responde uno de los hijos, con cara de no haber roto un plato en su vida.
A las chicas les gusta aquello del humo de colores. Entonces, la nuera de María -que se retoca el maquillaje con un espejo que rompe a reír- tiende un encendedor plateado: "Pruébelo". La chica intenta encender y pega un salto: en vez de una llama ha recibido un calambrazo.
El bolígrafo de Barranco
Como Juan Barranco, que quiso ir a despuntar el bolígrafo -cedido, inocentemente, por María- que le tendió Álvarez del Manzano para estampar su autógrafo en una pandereta. "Je, je, fue la mejor". Pero la anciana ha embromado a todos los alcaldes de la democracia, y también, dice, a los del franquismo cuando tenían a bien inaugurar el mercadillo.María ha vendido melones, berzas, figuritas de belén de barro sin cocer y Ias zambombas más bonitas de Madrid". "Unas 23, cuando la gente deja de comprar cosas para el belén, le dijo mi hija: 'Mamá, vete a comprar unas bromas'. Fueron las primeras que se vendieron en la plaza". Y María le cogió gusto y empezó a viajar por Francia y por Italia para comprar mecheros eléctricos, budas sorpresa erótica y cosas así. Cuando se cierra el mercadillo, fin de año, ella se recluye en su casa de Cascorro. Pero allá por marzo se la puede ver en la Puerta de Alcalá. Entonces sí que parece una abuela buena en su puesto sólo hay pipas y caramelos.
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