Las casas de la Rosilla se llenan de voces nuevas
Antonio Fernández, vendedor de fruta, se puso el jueves las zapatillas para pisar el terrazo de su nueva casa en La Rosilla, a las afueras de Vallecas. Mari Luz, la mujer, limpiaba, con su madre, las cuatro habitaciones y el baño, en el piso de arriba, y él salón y la cocina, en el de abajo. La niña, Mari Ángeles, saltaba encima de los trastos y descubría los rincones de la casita. Mientras, el hijo más pequeño no se bajó de la bicicleta. Los Fernández llegaban el jueves -junto a ocho familias más- desde Los Focos, mientras una máquina tiraba su chabola de planchas de madera. Ahora pagarán 11.000 pesetas al mes. Menos una, todas las casas de colores de La Rosilla -son 88- se han llenado esta semana con los trastos y las voces de 50 familias que se trasladan desde Los Focos y Vicálvaro. Ya vivían en el poblado 38 grupos familiares -14 de las chabolas de Pies Negros, en Entrevías, y 23 de Altamira.
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