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Una voz en el exilio

Abraham Serfaty recibe el premio de la Asociación pro Derechos Humanos de España

El exilio puede ser un arma temible, incluso más poderosa que la cárcel y la tortura, para neutralizar una causa como la de Abraham Serfaty, símbolo de la lucha por las libertades y el respeto de los derechos humanos en Marruecos. Cuando, hace 15 meses, dejó de ser el preso de conciencia más antiguo de Marruecos y de toda Africa, Serfaty, de 67 años, sabía que la contrapartida de esta medida de gracia, la expulsión de su país, tenía como objetivo privarle de las raíces que alimentan toda lucha por la democracia. "El objetivo era neutralizarme alejándome de Marruecos", explica Serfaty en Madrid, donde este fin de semana recibió el premio internacional de la Asociación Pro Derechos Humanos de España. "Pero es dificil perder el contacto con la realidad interna de un país que sólo en la Europa comunitaria ha exportado ya un millón de emigrantes", añade.Serfaty fue condenado a 17 años de cárcel por su oposición al régimen del rey Hassan II y su defensa del derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui. Aunque los compatriotas que cada día cruzan clandestinamente el Estrecho no tengan, como él, el cuerpo marcado por la tortura y los malos tratos recibidos en la cárcel, Serfaty considera que el fenómeno de la emigración marroquí constituye el "justo reflejo de la insufrible situación creada por el régimen de Hassan II". "Ni las elecciones celebradas este año, ni la destrucción de los calabozos de Tazmamart han supuesto un cambio en la esencia de la dictadura marroquí; el Parlamento sigue sin tener un poder real y no ha dejado de haber desaparecidos y detenidos políticos".

Serfaty comprende la preocupación de los gobiernos europeos "por lo que pueden convertirse en un elemento desestabilizador para sus democracias", pero considera un error intentar frenar la emigración ilegal con métodos policiales. "La juventud marroquí está desesperada, no le importa desafiar la muerte en pateras porque lo que les espera en su país es mucho peor", añade. Por ello considera que, "desde el punto de vista estrictamente político, Europa debe dejar de apoyar a Hassan y apostar por un cambio político en Marruecos que acabe con una situación siniestra para la condición humana, que impide toda posibilidad de desarrollo económico imprescindible para mantener a la población en su tierra".

En su infatigable labor a favor de la democracia y los derechos humanos, Serfaty considera que los exiliados políticos marroquíes pueden jugar un papel clave para la "formación de un frente de oposición que reúna a las fuerzas en el exterior con las fuerzas progresistas del interior". Con este fin, Serfaty participó en la primera reunión secreta de la oposición, celebrada hace un año en la ciudad holandesa de Maastricht. "La realidad demuestra que las fuerzas marroquíes están maduras para acabar con Hassan II", explica.

"Cuando yo tenía 10 años, Madrid era el símbolo de la resistencia contra el fascismo", dice Serfaty al explicar su emoción al recibir el galardón de APDH al añadir: "Ojalá España se convierta ahora en el símbolo de la solidaridad por la lucha democrática en Marruecos".

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