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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un éxito de Yeltsin

EL PRESIDENTE de Rusia ha logrado, por un estrecho margen de cuatro votos, derrotar la principal ofensiva de sus opositores en el Congreso de los Diputados. Todos los principales enfrentamientos entre Yeltsin y sus adversarios se. habían polarizado en torno a unas enmiendas constitucionales que debían privarle del derecho a decidir sobre la formación del Gobierno del país. El asunto venía de lejos: ya el Sóviet Supremo (el Parlamento de 400 miembros que se reúne de modo permanente) había aprobado una ley de gobierno en virtud de la cual los ministros serían designados por los diputados, no por el presidente. Yeltsin había puesto el veto a esa ley, la cual, por otra parte, no podía entrar en vigor sin unas enmiendas a la Constitución que sólo podían ser aprobadas por el Congreso, un maxiparlamento de 1.042 diputados que se reúne dos o tres veces al año. Ante esa votación decisiva, que se realizó el sábado pasado" Yeltsin puso todo su peso en la balanza con dos argumentos básicos: la aprobación de las enmiendas llevaría a un Gobierno asambleario, sin estabilidad ni responsabilidad; además, sería imposible en tales condiciones llevar adelante la política de reformas.Gracias al rechazo de las enmiendas, Yeltsin ha conservado la posibilidad de designar al jefe del Gobierno y a los ministros, si bien el primero debe ser confirmado por el Sóviet Supremo. En el caso de que éste lo rechace, el presidente hace nuevas propuestas, o repite la que ha sido rechazada. Y puede incluso designar a su candidato como jefe de Gobierno en funciones, sin aprobación del Sóviet Supremo. Es exactamente la situación en la que se encuentra hoy Yegof Gaidar. La votación del sábado significa, pues, que se mantiene el sistema presidencial y que, como hasta ahora, el Gobierno, básicamente, es nombrado y responde ante un presidente elegido por el pueblo.

El sistema político ruso se basa en dos tipos de Parlamento, uno de los cuales es tan numeroso que se presta a todas las confusiones y es inoperante para el debate político. Ello incrementa las dificultades, ya de por sí gigantescas, para que la transición hacia la economía de mercado -que el Gobierno de Gaidar quiere realizar de manera dura y rápida- pueda llevarse a cabo en un clima de consenso, incluso entre las fuerzas que, en principio, son favorables a que Rusia establezca un régimen político y económico homologable con los de Occidente. Antes incluso del inicio de las labores del Congreso, Yeltsin había iniciado un acercamiento a la Unión Cívica (grupo centrista que representa a la gran industria) para llegar a un compromiso sobre una política económica que, sin abandonar la reforma, introdujera en ella ciertos cambios, sobre todo para evitar la ruina de empresas y la extensión del paro; ese programa concertado podría realizarlo el Gobierno- con Gaidar al frente, o eventualmente con otro primer ministro. Pero el compromiso ha sido imposible, no ya por desacuerdos sobre el contenido, sino por la inconsistencia de los partidos del Congreso, por el personalismo, por actitudes como la de Jasbulatov, presidente del Congreso, deseoso de castigar a Yeltsin y de aparecer él como defensor de las quejas y sentimientos populares.

Así, el Congreso ha adoptado, por gran mayoría (668 contra 210), -una resolución sobre política económica durísima contra el Gobierno. ¿Cómo se explica, en ese marco, el éxito de Yeltsin frente a las enmiendas constitucionales? Sin duda, cierto número de diputados, si bien querían expresar su disgusto por la política económica, han preferido no colocar a Yeltsin contra las cuerdas, dada la ausencia de una alternativa solvente. También ha pesado, probablemente, su mayor disposición al compromiso.

En los próximos días, la política del Gobierno estará sometida a nuevos ataques en el Congreso de los Diputados, con un esfuerzo especial para eliminar a Gaidar como jefe del Ejecutivo. Tampoco se puede descartar que, mediante nuevas votaciones, haya intentos por volver al asunto de las enmiendas constitucionales. Yeltsin está pasando por momentos de alto riesgo. En todo caso, el espectáculo confuso y contradictorio que ofrece el Congreso demuestra hasta qué punto la gobernabilidad de Rusia avanza hoy por un camino estrechísimo.

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