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Reportaje:EL COCHE Y EL PEATÓN

Múnich, la realidad

Juan Antonio Carbajo

La bicicleta es el principal problema de los responsables de circulación del Ayuntamiento de Múnich, una concejalía que dirigen Los Verdes, el tercer partido de la ciudad, que gobierna en coalición con la SPD (socialdemocracia). La oposición conservadora (CSU) ha criticado la última ampliación del área reservada a peatones porque considera que los ciclistas transitan por ella a excesiva velocidad y con peligro para los viandantes. Los partidos discuten, pues, cómo lograr que convivan peatones y bicicletas. Pero nadie se plantea que las medidas perjudican al coche privado. Ése es un debate agotado hace 20 años, cuando se marcó la primera zona pedestre y se terminó la red de metro y tren.Los Juegos Olímpicos de 1972 dieron la oportunidad y el dinero de poner en marcha un plan de 1963 concebido por un urbanista municipal llamado Jensen. En su proyecto se preveía reservar para peatones los ejes principales del corazón de la ciudad. El centro, además, quedaba rodeado por un anillo formado por amplias avenidas que tratarían de atraer a los coches que utilizaban el casco antiguo como. atajo. "No se trataba de aplicar un concepto de cierre de tráfico. Era una reordenación total del centro", recuerda Joham Wilhelm, técnico responsable de urbanismo del Ayuntamiento muniqués.

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Las obras duraron cinco años. Hubo que derribar manzanas enteras de casas para construir el primer cinturón y la ciudad se levantó para hacer las líneas de metro y tren, que desde entonces no han dejado de crecer. "Antes de las obras, 72.000 peatones paseaban cada día por el centro. Ahora son 180.000, comenta Wilhelm.

Aquello fue el principio. Desde 1972, las calles exclusivas para peatones se fueron extendiendo como una mancha de aceite sobre el plano de la ciudad. Un grupo de trabajo municipal hacía las propuestas y el seguimiento posterior.

El centro cambió por completo. Nada impide, a los coches circular por la zona histórica y, sin embargo, sólo un 14% de los 700.000 autos de la ciudad lo hacen. Muchos son vehículos comerciales. El resto no tiene razones para acceder al centro en coche, porque ni se puede atravesar ni hay aparcamientos suficientes.

La implantación de las medidas de limitación de tráfico no fueron fáciles. Los tenderos, sobre todo, protestaron. "Los comerciantes siempre están en contra al principio. Pasó en los setenta y pasa ahora", comenta Wolfgang Czisch, portavoz de urbanismo de la SPD. "Pero luego ven que las medidas convierten sus calles en zonas comerciales". Sin embargo, del eje pedestre de Múnich han desaparecido las pequeñas tiendas, arrasadas por los grandes almacenes.

La penúltima ampliación (1989), que originó la expulsión de otros 40.000 coches del centro, afectó al entorno del teatro de la Ópera. El zapatero Peter E. Meier, que vende allí calzado artesanal a 150.000 pesetas el par, asegura que sus ingresos han bajado un 20%. Sus clientes ya no vienen. "Cuando una calle se hace para peatones, los McDonald's desbancan a las pequeñas tiendas", opina.

El zapatero Meier, uno de los más combativos, protesta porque tiene que hacer venir a una empleada a las siete de la mañana para efectuar la carga y descarga antes de la hora límite. "Los cortes concentran el tráfico en unas pocas vías que cada vez están más contaminadas".

Expulsados del centro

Las medidas de tráfico muniquesas expulsaron a la mitad de los moradores del centro. La presión de los comercios y oficinas para instalarse incidió en una inmediata subida de los precios y los alquileres. Hoy residen en el casco histórico 8.000 personas, frente a las 90.000 que acuden diariamente a trabajar.

Estos problemas se estudiaron en 1985, cuando se empezó un proceso de reflexión sobre lo que estaba pasando en el centro. Dos años después, el Ayuntamiento lanzó sus medidas: "Se limitó por ley la conversión de viviendas en oficinas y de pequeños comercios en grandes almacenes", comenta Wilhelm.

"También se intentó fomentar la instalación de teatros, cines y restaurantes para evitar que estas zonas quedaran vacías y aumentara la criminalidad", explica Wilhelm. "Pero no se ha conseguido". Para Richard Scherer, comisario de policía, "el centro no es peligroso". "No está tan vacío por la noche como dicen, y hay patrullas permanentes".

Las medidas de tráfico de Múnich se han expandido a las áreas residenciales del entorno. La circulación por sus calles se ha limitado a 30 kilómetros por hora y se han instalado obstáculos para dificultar la marcha. Y pronto le tocará el turno al primer cinturón. Joaquim Lorenz, portavoz de tráfico de Los Verdes, está dispuesto a acabar con él. "Hay que eliminar al menos un 30% del tráfico del primer cinturón. Para ellos vamos a reducir su calzada", explica. El plan, que ya ha comenzado, consiste en enterrar el asfalto bajo jardines, zonas de peatones y carriles-bici. La guerra continúa.

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