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Los coches conquistan la acera

ÁLEX GRIJELMO El sendero del caminante es cada vez más largo. Quienes han optado por tirar de zapato para acercarse al trabajo, al quiosco, a la parada del autobús, o para deslizarse sigilosamente hacia la casa del amante, deben tomarse más tiempo: aumentan los obstáculos. Tendrán que sortear los automóviles que invaden' la acera, bajar a la calzada y exponer talones y tobillos a las ruedas; esquivar al pedicoj los parachoques que cierran el paso en las esquinas, saltar a la pídola alguna motocicleta o dar un rodeo para no interferir la cansina descarga de barriles de, cerveza en plena mañana.

Peor panorama encuentran aún quienes emplean una silla de ruedas. Los que aparcan a lomos de la acera jamás piensan en ellos.

Muchos padres y madres que llevan a sus hijos en el carrito para no cargarlos en brazos tienen que alzar a pulso bebé y carrito, porque no hay espacio para llegar a la otra acera. Los automóviles se han adueñado de toda la ciudad, en contra incluso de sus desmemoriados conductores, que también ejercen el oficio de peatón en algún momento del día. Los coches tapan ya las salidas de emergencia, rompen los bolardos y quedan aparcados a las puertas de cines y teatros, incumpliendo el Código de la Circulación y llevando el riesgo implícito en su taponamiento.

Incluso el coche en doble fila se ha convertido en algo arcaico, en desuso. La triple hilera, un invento más moderno, se ve cada noche a las puertas de los restaurantes, de los espectáculos, cualquier tarde en el gimnasio Abascal, los domingos en los alrededores del estadio Bernabéii. Algo tiene, eso sí, de positivo: quien queda atrapado en el medio encuentra su justo jarabe.

Cada mañana, largas calles de tres carriles se encogen como la mala lana. Así en Vital Aza como en O'Donnell. Un solo coche en esa situación invalida un carril entero, porque nadie circula por él, y a veces sólo. dos automóviles bloquean la calle: uno a la izquierda, otro a la derecha. En la calle del Doctor Fleming, por ejemplo, los vecinos escuchan cada mañana una serenata de bocinas en demanda de auxilio. Tal vez se despiertan todos menos quien ha dejado el coche como un cerrojo.

"Perdonen las mole tias. Estoy en el segundo B". El trabajador que acude agobiado a su empresa debe pulsar el timbre y esperar a que reaccione algún vago que no encontró aparcamiento de madrugada, tal vez por no caminar unos metros. "Perdonen las molestias, estoy en el sex-shop ", dice el cartel de un coche en la calle del General Margallo. Habrá que entrar en el local para avisar al dueño del coche (el ciudadano acorralado no tendrá más remedio que exponerse a semejante tentación).

La Policía Municipal contempla este panorama con inquieta impotencia. En Madrid sólo hay plaza de aparcamiento para el 56% de los vehículos. La capital tiene matriculados 1.340.000 turismos. Y los lugares aptos para dejar el automóvil suman sólo 746.000: de ellos, 616.000 se pueden encontrar en la calle (no siempre en el lugar que uno busca), y 130.000, en los 106 aparcamientos subterráneos o en inmuebles. Las plazas en construcción son 13.000. En el centro de la ciudad, el 20% de los coches que circulan en hora punta están buscando aparcamiento. Aumentarán las plazas, pero los coches crecen más deprisa y seguiran atrapando a los autobuses en el atasco.

Puede que tamaño relato parezca exagerado. Pero ahora hay remedio. Cuando los propios hechos resulten de por sí exagerados, será más difícil la solución. A no ser que se elija, precisamente, un remedio exagerado.

El reportaje fotográfico es obra de Raúl Cancio.

Textos del pie de página de las fotografías.

Papeles cambiados.

Los coches, en la acera, y los peatones, por la calzada. Ninguno de los vehículos tiene multa.Calle del Torrero (zona de Gran Vía). Las 11.30.

El primero de la fila.

Una invitación a seguir el ejemplo. Calle de Preciados. Doce de la mañana.

La mujer acosada.

De una esquina a otra, los coches cercan su camino. Calle del Fornento (cerca de la plaza de la Marina Española). Las diez de la mañana.

Acera para carga y descarga.

El camión tapona una parte; los barriles, la otra. El bordillo, obviamente, destrozado. Plaza de Santa María de la Soledad (junto a Tudescos). 12.30.

Tres en uno.

Los coches en doble fila, a ambos lados de la calzada, encogen la calle de Vital Aza, a media tarde de ayer.

Carril camión.

sobre las once de lamañana, este transportista organiza un inmnso atasco en la Gran Vía.

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