_
_
_
_

Una exposición resume la cultura urbana madrileña de los 10 últimos años

La galería Detursa (Jorge Juan, 9) alberga durante sólo 10 días una exposición de carácter excepcional, no por el despliegue de medios, sino por su contenido, su espontaneidad y carencia de ambiciones. Los editores de la revista El Canto de la Tripulación han reunido sus objetos personales y las fotos y cuadros de sus amigos para exponerlos. El resultado es una muestra fresca y reveladora con trabajos de un grupo de artistas de la cultura urbana madrileña realizados en los últimos 10 años.

El Canto de la Tripulación es una revista que viene saliendo irregularmente desde 1989, que va por su sexto número, que dedica cada una de sus entregas a un tema, digamos, de culto para los cuatro amigos que la hacen y que tiene una distribución limitada, casi clandestina. Tiene por eso la virtud de lo auténtico, la de los íntimos deseos realizados a contracorriente a fuerza de obsesión. Porque sí. Los temas de sus anteriores números fueron sucesivamente las motos, las mujeres, los caídos -los amigos muertos-, el piercing (anillado corporal) y el tatuaje.. Queda claro por dónde van los tiros.La exposición que han montado para el lanzamiento de su sexto número, en el que se publica el texto de la oscura novela de piratas que da título a la publicación -escrita por el semidesconocido autor francés Pierre McOrlan-, se ha colado en una galería no habituada a este tipo de manifestaciones durante 10 días, hasta el próximo jueves, por un hueco en su, programación. Y, sin embargo, la aparente improvisación ha sacado a la luz y ha desplegado una colección de fotografías, dibujos, ilustraciones, pinturas y parafernalia que en conjunto, no tiene nada que envidiar a ninguna exposición con comisario internacional y abultado catálogo con tesis estético-filosófica al uso.

Entre las expuestas se encuentran obras de Ceesepe, El Hortelano, Javier de Juan, Mireia Sentís, Luis Pita, Javier Campano y Ana de Juan, entre otros. Un regusto erótico las hilvana como una alegre perversión. Los cuatro amigos,liderados por el fotógrafo Alberto García Alix, reúnen el muestrario fetichista de una época, la que se rentabilizó gubernamental, periodística e internacionalmente como la movida.

Sin etiquetas

Ellos se distancian de la etiqueta y sacan de sus casas todo su mundo, simplemente porque les apetece. Las tesis sociológicas podrán venir después. "Teníamos este sueño, el de hacer algo así y de reunir todo lo que somos a través de nuestros objetos", dice García Alix. "Hemos traído las cosas de casa, lo que hemos ido acumulando sin pensar todos estos años. No queremos ningún tipo de etiqueta, pero evidentemente son gente que ha tenido que ver con esa época de la movida. Pero esto es distinto".El Museo de Ciencias Naturales ha prestado a esta exposición unas viejas vitrinas y un esqueleto de ciervo disecado. Restos de motos y esculturas ensambladas están por el pasillo. Todo tipo de recuerdos personales y despojos de la agitada travesía vital por las madrugadas urbanas de estos últimos años se exponen en las vitrinas: chupas muertas, insignias, fotos rotas, entradas de conciertos, carnés de clubes desaparecidos como el Rockola, objetos que no son restos dispersos, son señas de identidad intactas y relucientel.

Se ha escrito mucho sobre la movida, pero lo que estos artistas diversos reúnen y presentan es el aspecto de lo que aún se mueve, pero sin ostentación. Son recuerdos del pasado presentado sin nostalgia. El arte nuestro de todos, los días.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_