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RELEVO EN LA CASA BLANCA

Una mujer con mando en plaza

Hillary Clinton pretende dar un vuelco a la figura de la primera dama

Hillary Clinton es una mujer tan capaz como para que pocos duden de que podría llegar a ser presidenta. Sin embargo, cuando el próximo mes de enero entre en la Casa Blanca, lo hará como primera dama y tendrá que optar por reajustar su personalidad de abogada independiente o emprender una revolución histórica para cambiar el papel de la esposa del presidente.

Al igual que el ticket demócrata Clinton-Gore representa la llegada al poder de una nueva generación, las mujeres que se han puesto una chapa pidiendo el voto para "el marido de Hillary" esperan de ella que se convierta en un nuevo símbolo del papel femenino en la sociedad norteamericana.Hillary, una experta en la lucha por los derechos de las mi norías y una mujer acostumbrada a presentarse como la socia, compañera y esposa de Bill Clinton, se va a enfrentar a la maquinaria presidencial que transformará a su marido en una figura casi sobrehumana para los norteamericanos. El mito que rodea a la presidencia de EE UU, donde no se contempla ningún papel institucional para las mujeres de los ocupantes del despacho oval, ha convertido a la Casa Blanca en el único hogar norteamericano en el que no se espera de la esposa otro menester que no sea dedicarse a sus labores. Mientras paulatinamente 57 millones de mujeres iban entrando en el mercado del trabajo, las primeras damas de los últimos años se consolaban eligiendo obras sociales insignificantes o actividades protocolarias en las que ocuparse mientras sus maridos regían el destino del país más poderoso de la Tierra.

Jacqueline Kennedy eligió la decoración de la Casa Blanca; Linda Bird Johnson decidió embellecer las autopistas; Pat Nixon optó por el voluntarismo en obras sociales; Betty Ford, la ayuda a los niños inválidos; Nancy Reagan, la lucha contra la droga; y Barbara Bush, la alfabetización. El papel de Hillary no va a ser tan tibio como el de sus predecesoras, porque las opiniones de Hillary no son templadas en absoluto.Un carácter combativoHillary Rodham Clinton es una mujer de 44 años acostumbrada a afrontar retos desde que abrió sus ojos miopes al mundo, y lo ha hecho siempre con la misma pasión con la que se rebela ante el fracaso en sus juegos favoritos, el Pictionary y el Pinacle. De niña movilizó a sus pequeños vecinos de la acomodada urbanización de Chicago Park Ridge para que recolectaran dinero para los trabajadores inmigrantes. En la ceremonia de su graduación, como presidenta de su clase, le llevó la contraria a un ilustre orador y se enfrentó espontáneamente al defensor de la guerra de Vietnam.En 1974 tomó la que quizá ha sido la decisión que cambié no sólo su vida, sino la del recién elegido presidente de Estados Unidos. En aquel año, la brillante hija de un empresario textil de Chicago decidió trasladarse al pequeño Estado de Arkansas, donde su novio daba clases de derecho. Hillary, que enterraba una gran parte de su futuro profesional, procuró que ésta fuera la última de sus renuncias y empezó a trabajar en el camino que ha llevado a su marido a la presidencia en la misma capital federal que ella abandonó hace 18 años.

En 1975 decidió casarse con Clinton, aunque no se desprendió de su apellido de soltera hasta que la acusaron de que su marido había perdido su segunda reelección por su testarudez feminista. Hace 12 años tuvo a su hija Chelsea (cuyo nombre fue elegido en honor de la canción Chelsea morning, que Bill tarareaba a menudo), y trató de demostrar que como madre podía conseguir tantas matrículas de honor como las cosechadas en su vida académica.

Como esposa ha sido una fiera en la defensa de su relación con Bill Clinton. Cuando el pasado mes de enero Gennifer Flowers convocó una rueda de prensa para declarar que había sido la amante del candidato demócrata durante 12 años, Hillary aceptó ir a la televisión de la mano de su marido y aconsejo con educación pero con firmeza que lo mejor que podían hacer los norteamericanos era respetar la intimidad de su matrimonio. Defensora del derecho al aborto y de otros derechos de las mujeres, Hillary ha dicho que va a ser "la voz de los niños en la Casa Blanca", y ha retado a los periodistas: "Quiero que al final del primer mandato de Bill vengan y me pregunten: a ver, ¿cuánto has conseguido?". Hillary se propone ser muy disciplinada. Los críticos de la mujer de Clinton temen que la fortaleza de su carácter eclipse la figura del presidente y que la gente acabe preguntándose quién es ese que va de la mano de Hillary. Cuando Clinton pronunció ayer su discurso tras la victoria electoral sacó el papel en que estaba escrito del bolsillo de Hillary, y lo primero que dijo fue: "Sin Hillary no estaría aquí".

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