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La misión de los 'cascos azules'

Normas de enfrentamiento especiales y armas semipesadas para la operación en Bosnia

Casi 6.000 cascos azules -entre ellos, 740 legionarios y paracaidistas españoles- iniciarán a principios de noviembre en Bosnia-Herzegovina la más difícil de las misiones de paz acometidas nunca por Naciones Unidas: intentar garantizar la llegada de ayuda humanitaria a la población civil de la ex república yugoslava, principal víctima de una cruel guerra civil que está muy lejos de vislumbrar su final.Se pone en práctica, con casi tres meses de retraso, la resolución 770 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada el 13 de agosto, que autorizó la adopción de "todas las medidas necesarias" para facilitar el suministro de ayuda a la población.

La demora, según fuentes españolas, se explica por varias razones: el temor de los países que aportarán tropas -Reino Unido, Francia, Canadá y España fundamentalmente- a verse implicados en una guerra que amenaza con extenderse a todos lo Balcanes; y la ausencia de Esta dos Unidos, que sólo contribuye con un hospital de campaña, sin cuyo impulso político y, sobre todo, apoyo logístico la operación se complica notablemente.

También han pesado los propios reparos de Naciones Unidas -con 15.000 cascos azules en Croacia- cuyo secretario general, Butros Gali, advirtió que la organización no podía dedicar más recursos a la antigua Yugoslavia, so pena de desatender dramas como el de Somalia. El tema se solventó con el acuerdo de que, por vez primera, los costes de la operación no corran a cargo de la ONU, sino de los países participantes; aunque España no renuncia a que socios como Italia y Alemania, que no envían tropas, ayuden a sufragarla.

Esta aspecto no es el único novedoso de la misión en Bosnia. Por vez primera, los cascos azules van a intervenir en una zona de guerra abierta, sin que se vislumbre si quiera un acuerdo de paz. No se trata, pues, de mantener una paz que no existe o de vigilar el cumplimiento de acuerdos firmados, funciones habituales de la ONU, sólo de intentar paliar, si es posible, el sufrimiento de la población.

Por ello, el jefe de Unprofor (la misión de la ONU para Yugoslavia, con sede en Zagreb), el general indio Satish Nambiar, ha pactado con los países participantes unas normas de enfrentamiento que se apartan de las usuales de Naciones Unidas, limitadas a la autodefensa.

Los cascos azules podrán hacer fuego para defender su vida, la de los funcionarios de la ONU y la de los ex prisioneros y refugiados bajo su custodia, así como la integridad de los convoyes de ayuda. No podrán, sin embargo, disparar en primer lugar y tendrán que agotar sus recursos de persuasión e intimidación antes de entrar en combate.

Podrán utilizar las armas para desbloquear la ruta de los convoyes, pero sólo si lo autoriza el Cuartel General de Unprofor en Bosnia. Dicho cuartel, todavía ubicado en Belgrado, se instalará cerca de Sarajevo. A su frente está el general francés Philippe Morillon, con el general español Luis Martínez Coll como adjunto y un británico al mando del Estado Mayor.

El armamento que llevan los cascos azules tampoco es el habitual de la ONU. Los cuatro países que aportan tropas se han puesto de acuerdo para equiparlas con armas semipesadas, como misiles contracarro, lanzagranadas o morteros que, según fuentes españolas, tienen carácter "disuasorio" y sólo se emplearán "en último extremo".

En principio, se ha repartido Bosnia-Herzegovina en zona cuyo control corresponde a los distintos contingentes nacionales, pero esta distribución no es definitiva. Por ejemplo, la ruta Split-Sarajevo por Vitez, adjudicada al Reino nido, está intransitable, por lo que las tropas británicas compartirán la carretera de Mostar con las española

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