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El Tesoro vuelve a emitir deuda a largo plazo y resuelve sus problemas para financiar el déficit

La subasta de bonos y obligaciones del Estado no quedo ayer desierta por primera vez desde las vísperas del referéndum danés al Tratado de Maastricht el pasado junio. La vuelta sirvió, según fuentes del mercado, para "marcar el nuevo nivel de rentabilidades a largo plazo" pues el Tesoro sólo colocó una cantidad mínima de títulos a tres, cinco y 10 años. Los tipos de interés superan —en alrededor de punto y medio— a los de las subastas anteriores al no danés, pero se colocan casi exactamente al nivel que tenía ayer el mercado secundario. Además, el Tesoro —según su director general, Manuel Conthe— ha superado los problemas para financiar el déficit que tuvo durante la tormenta monetaria.

El Estado captó ayer —entre la primera y segunda vuelta— un total de 61.738 millones de pesetas en las subastas de bonos a tres y cinco años, y obligaciones a 10 años. La cantidad de dinero es, pues, mínima pero sirvió para marcar los nuevos tipos de interés de referencia de la deuda a largo plazo. En concreto, los bonos a tres años quedaron en el 13,2% (desde el 11,7% de mayo), los bonos a cinco años en el 12,9% (desde el 11,4% de esa fecha) de esa fecha y las obligaciones a 10 años en el 12,5% (desde el 10,9%). El aumento de peticiones en segunda vuelta confirma además que el mercado da por buenos estos nuevos tipos de interés.

Con esta subasta, el Tesoro dió ayer por finalizados los problemas que ha tenido antes y durante la tormenta monetaria. Desde mayo no colocaba un título a largo plazo, y en plena tormenta necesitaba emitir más de cuatro billones de pesetas para cubrir el déficit pero las subastas quedaban desiertas y los tipos de interés se habían disparado.

El director general del Tesoro, Manuel Conthe, dijo ayer —en un seminario organizado por la empresa de inversiones FG— que han superado esos problemas para financiar el déficit, pues sólo necesitan emitir 1,3 billones de pesetas en lo que queda de año y sólo en octubre han vendido más de 1,8 billones de pesetas en letras.

Horas después, el resultado de la subasta de bonos a tres y cinco años y de obligaciones a 10 años daba el carpetazo al segundo problema: la imposibilidad de colocar títulos a largo plazo por los altos tipos de interés que habían alcanzado éstos en el mercado secundario. Esa rentabilidad llegó a superar el 14% en los peores momentos de la tormenta monetaria como resultado de la venta de título —y consiguiente caída de precios— por parte de los inversores extranjeros. Conthe puntualizó ayer que su objetivo es "crear un mercado interior de deuda", probablemente para evitar el fuerte impacto negativo que tuvo la salida de no residentes en e! mercado de deuda.

Impacto exterior

Al amainar la tormenta, ese mismo mercado secundario se enfrentaba —según fuentes del mismo— a la ausencia de un punto de referencia, con lo que cualquier variación externa provocaba alzas o bajas muy considerables. Por ejemplo, a primera hora de la mañana de ayer, el anuncio de la bajada de tipos de interés en Francia se contagió rápidamente aquí. Poco después, la publicación de la subasta de bonos y obligaciones fue recibida como la seña! necesaria para frenar los altibajos. El Tesoro se alineó con las rentabilidades del día anterior, que evidentemente superan a las de mayo pero compensan la pérdida de rentabilidad que para los inversores extranjeros ha tenido la devaluación.

En concreto, Conthe comentó ayer que "en términos efectivos, la devaluación ha sido del 12%". Esto significa que aunque la peseta se devaluó un 5% respecto a su cambio central en el SME, en el mercado ha pasado desde una cotización de 63 o 64 pesetas por marco a 71 pesetas, lo que equivale a un 12,5% de depreciación. La subida de un punto y medio en las obligaciones a 10 años es una mejora de rentabilidad el 13%, es decir, más que compensa la pérdida de rentabilidad para los extranjeros de esa devaluación.

Según fuentes del mercado, estas elevadas rentabilidades responden también a la apuesta por un nuevo realineamiento —desmentido de forma reiterada por las autoridades económicas— que se produciría en el momento en el que la lira se reincorpore al mecanismo de cambios del SME.

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