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La calle del Ferrocarril, en vía muerta

Los comerciantes sufren desde hace dos años unas obras que parecen interminables

La calle del Ferrocarril empieza en la Esperanza y termina en las Delicias. De nada le ha servido, sin embargo, estar situada entre paseos con tan idílicos nombres. Cascotes, alambradas y agujeros de hondura varia han convertido la calle en un callejón muerto, en el que ya no se pasean ni los gatos. Desde hace dos años, los comerciantes de la zona padecen las obras del Pasillo Verde Ferroviario. Hartos de perder clientes, esta tarde cortarán la calle, como ya hicieron el lunes. El presidente de la Junta Municipal de Arganzuela, Clemente Torres, reconoce que no sabe cuándo acabarán los trabajos.

La calle del Ferrocarril será uno de los ejes circulatorios del Pasillo Verde Ferroviario. En 1990, el Consorcio Pasillo Verde empezó allí las obras para doblar las vías subterráneas del tren que unirá la estación de Atocha con la de Príncipe Pío. Al mismo tiempo se iniciaban los trabajos de reforma de la calle para eliminar el bulevar central y ensanchar las aceras laterales.Los vecinos y comerciantes, acostumbrados a los cambios de fisonomía de su calle, se armaron de paciencia. Pero ya han pasado dos años, las obras continúan y la paciencia se les ha acabado.

"Hasta ahora hemos conseguido controlar a algunos comerciantes violentos, que quieren quemar ruedas y hacer una algarabía gorda. La gente está muy quemada", previene uno de los vendedores.

La pérdida progresiva de clientes, los problemas de higiene y el silencio administrativo sobre la fecha final de unas obras que parecen interminables son las quejas constantes de la treintena de comerciantes que tienen su negocio en la calle del Ferrocarril. El lunes cortaron el tráfico; hoy, a las ocho de la tarde harán lo mismo, y aseguran que seguirán así hasta que alguien encuentre una solución al problema.

"Me han bajado las ventas un 50%", asegura Pedro Herranz, propietarlo de una joyería. Jesús Álvarez protesta en su hamburguesería: "El día del Pilar, normalmente, se levantan en hostelería 40.000 o 50.000 pesetas. Este año sólo hemos recaudado 7.000".

"Ya hay tres comercios que han tenido que cerrar, y si las obras duran un año más, otros comerciantes tendrán que hacer lo mismo", añade José Luis Mateos, propietario de un local de repuestos de coches.

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A las dificultades económicas se unen los problemas de higiene. "Han aparecido ratas y ratones y se nos meten en los locales", comenta indignado Álvarez. Y por si la aparición de los roedores no fuera bastante, están el polvo del verano y el barro del invierno. "Vienen los de la luz y abren zanjas. Cuando las han cerrado, vienen los del gas y las vuelven a abrir. Y así, abriendo y cerrando zanjas, están siempre", critica Herranz. "Si esta obra fuese privada tardarían la mitad.

El presidente de la Junta Municipal de Arganzuela, Clemente Torres, concejal del PP, responsabiliza de todos los problemas a Unión Eléctrica Fenosa y a la Telefónica. "Yo me veo impotente ante esas empresas. No acuden a hacer las instalaciones cuando deben, y tienen parada la obra tres, cuatro o cinco meses. Es una vergüenza".

Torres ve justificado el enfado de los vecinos y comerciantes, pero se siente incapaz de dar una fecha de finalización de las obras. "Aunque las molestias son enormes, la zona va a quedar preciosa", añade consolador. Un revestimento especial para el pavimento, imitación de piedra natural, adornará la zona.

Condenada a las obras

Los vecinos de Ferrocarril ya están acostumbrados a ver cómo cambia de fisonomía la calle. A finales del siglo pasado, por el centro de la calzada pasaba la vía de ferrocarril de circunvalación. Tiempo después se enterraron las vías y se construyó un bulevar central. Durante la alcaldía de Enrique Tierno se remozó el bulevar, que ahora ha vuelto a desaparecer. "Es una calle desgraciadita en ese aspecto", reconoce Clemente Torres al hablar de las omnipresentes obras. "El Pasillo Verde tiene cinco kilómetros de largo y sólo afecta al público y al tráfico en esta calle de 300 metros", se queja José Luis Mateos.Y el calvario aún no ha acabado. Cuando terminen los trabajos de la calle del Ferrocarril, el Consorcio Pasillo Verde proseguirá sus excavaciones en la vecina glorieta de Santa María de la Cabeza.

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