Antidepresivos
En la carta titulada ¿Antidepresivos o Freud? publicada el día 11 de octubre de 1992 en EL PAÍS, se afirma que la depresión y la ansiedad son problemas genuinamente psicológicos a los que se dan soluciones igualmente psicológicas. Además, se afirma que los antidepresivos no son eficaces y generan drogodependencia. Es una vieja discusión. Aunque la última afirmación es rigurosamente incierta, me gustaría centrarme más en el primer aspecto comentado. La discusión surge de la incapacidad para admitir que existen enfermedades que, por nuestras limitaciones semánticas, reciben el nombre de experiencias psicológicas más habituales. Y no se admite que, como una enfermedad, la depresión tiene su propio curso, evolución, tratamiento y pronóstico. Nadie se extraña de que la hipertensión arterial tenga un curso prolongado y exija un tratamiento muy largo en el tiempo. Tampoco levanta ampollas conocer que la úlcera duodenal tenga un curso cíclico que requiere tratamientos periódicos muy específicos.
Sin embargo, cuando se trata de enfermedades que involucran la esfera psíquica, como la depresión, por ejemplo, inesperadamente se pretende ignorar que al tener un curso fásico (una o dos fases en la vida de algunos sujetos; otros con más) requiere un tratamiento específico -antidepresivos- en cada uno de tales episodios. ¿Dónde está la dificultad?
No es fácil entender que, siendo el ser humano un conjunto biopsicosocial, no se acepte la parte biológica de la terapéutica antidepresiva (además de los aspectos psicológicos y ambientales), cuando se acepta plenamente que la hipertensión y la úlcera duodenal requieren, además de la terapéutica biológica, la psicológica y la ambiental para mejorar ambos cuadros. ¿Dónde está, pues, la novedad de requerir para las enfermedades depresiva y ansiosa el mismo tipo de abordaje?.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.