El presidente de General Motors dimite para evitar el caos en la compañía
"Espero que con mi dimisión termine el caos de estas semanas". Así se despedía ayer Robert Stempel de su cargo de presidente de General Motors. Stempel había tomado las riendas de la primera multinacional del mundo en agosto de 1990 para aplicar un plan de reestructuración que supondrá el despido de 74.000 trabajadores y el cierre de 21 factorías antes de 1995.La dimisión llegó tras las fuertes presiones ejercidas sobre Stempel por un grupo de directivos para que abandonara el cargo, de ahí que el consejo de administración le aceptara de inmediato la iniciativa. No osbtante, el presidente dimisionario continuará en el cargo hasta el lunes próximo, día en que se elegirá a su sucesor. Los candidatos más firmes son el actual consejero delegado de la compañía, John Smith, y el presidente del comité ejecutivo, John Smale.
"No podía en conciencia seguir observando los efectos de los rumores y las especulaciones sobre los empleados de General Motors, que han minado y reducido sus esfuerzos para hacer a la empresa más fuerte y eficiente", comentó Robert Stempel al anunciar su dimisión irrevocable.
Durante 1991, General Motors perdió en Estados Unidos y Canadá 5.300 millones de dólares (unos 583.000 millones de pesetas) y para 1992 tiene previstas unas pérdidas de 2.300 millones de dólares.
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