Recordamos al Che

Queremos con esta carta manifestar nuestra disconformidad con el contenido del reportaje ¿Quién recuerda al Che? del 4 de octubre pasado. Las opiniones expresadas por las personas a quienes se preguntó sobre el Che no son en absoluto representativas de la diversa sociedad espa-Pasa a la página siguiente

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ñola, ya que la mayoría de ellos realiza estudios (ICAI, ICADE, Empresariales, Marketing) o desempeña cargos (abogado, oficinista, ejecutiva) propios de una minoría acomodada inmersa en los engranajes de nuestro sistema: competitividad, consumo, elitismo, prioridad del dinero y del prestigio social, etcétera. Con esta escrupulosa selección de sus encuestados no es de extrañar que la mayoría no sepa quién es el Che, le tenga por un loco o, como mucho, diga, con cierto tono compasivo, que sus ideas están pasadas de moda. También debería haberse tenido en cuenta la opinión de estudiantes de otras especialidades que no se cotizan tanto en nuestra sociedad, de los trabajadores, en fin, de todo aquel que se interesa algo por lo que pasa en el mundo, por los 250 millones de hermanos latinoamericanos que viven en la pobreza, en países donde una minoría blanca posee la mayor parte de la riqueza y donde el indígena no tiene acceso a la propiedad de la tierra ni derecho a nada, donde los niños mueren por enfermedades curables, el analfabetismo ronda el 25% de la población, la violencia institucional e incontrolada está a la orden del día y un largo etcétera de calamidades y miserias. Y es en este contexto donde hay que encuadrar la existencia y desarrollo de esos grupos guerrilleros que algunos, otrora progres, consideran pasados de moda.

Puesto que las condiciones de vida en América Latina no han mejorado en los últimos 20 años, sino que han ido, y continúan, empeorando, es buen momento para recordar a quien abandonó varias veces una prometedora carrera personal para luchar contra la injusticia, la esclavitud y por la igualdad de todos los seres humanos. Es buen momento para recordar la generosidad y el amor que llevaron a Ernesto Guevara a morir defendiendo a los más débiles, a los maltratados, a aquellos cuyo bienestar y progreso es siempre postergado y aún sueñan con el día en que se haga justicia para erradicar su miseria y restaurar su dignidad- y 31 firmas más.