La CE confía en un rápido acuerdo comercial con EE UU, pese al portazo norteamericano
La Comisión Europea mantiene su confianza en las conversaciones con Estados Unidos sobre la liberalización del comercio mundial desarrolladas en el seno del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), a pesar de que los negociadores de Washington abandonaron Bruselas dando un portazo y anunciaron en las últimas horas medidas de retorsión. "Puedo confirmar que las negociaciones continúan y que las dos partes esperan acabarlas en los próximos días", indicó un portavoz de la Comisión.
A la vez, portavoces de la Administración norteamericana anunciaban al diario Financial Times que iban a imponer sanciones arancelarias por valor de 1.000 millones de dólares a productos europeos. El fracaso de las conversaciones de Bruselas entre la CE y Estados Unidos, para desbloquear la Ronda Uruguay del GATT puede significar un nuevo y grave tropiezo en las relaciones entre los Doce, que se añade a las abundantes fricciones contabilizadas en las últimas semanas con motivo de la crisis del Sistema Monetario Europeo (SME) y los problemas que encuentra la ratificación del Tratado de Maastricht. Ahora son los franceses los principales destinatarios de los dardos, mientras que los británicos aparecen como los más ensañados en el ataque.El primer ministro británico, John Major, manifestó abiertamente su desacuerdo con la idea expuesta por el ministro francés de Exteriores, Roland Dumas, de que no es posible encontrar una salida antes de las elecciones norteamericanas, y afirmó, como presidente en ejercicio de la Comunidad Europea, que hará todos los esfuerzos para que las conversaciones se reanuden. Washington, por su parte, responsabiliza de la ruptura a la CE y le reprocha que sus negociadores regresaron a las posiciones iniciales y abandonaron sus ofertas anteriores.
Otras fuentes, en cambio, afirman que son los grupos de presión agrarios norteamericanos, presentes en todo momento en Bruselas durante los contactos, quienes han vetado el acuerdo. Todos quieren endosar a la parte contraria la responsabilidad de una ruptura que puede tener consecuencias catastróficas para la economía mundial, pues se suma a una recesión económica generalizada. Un acuerdo en el GATT podría contribuir a cambiar el clima de pesimismo e insuflaría 180.000 millones de dólares al comercio mundial, según algunas estimaciones.
Bush tiene prisa
La ruptura ha supuesto el regreso de los negociadores norteamericanos a Washington, el aplazamiento indefinido del encuentro programado para este fin de semana entre el secretario de Estado de Agricultura, Edward Madigan, y el comisario correspondiente, Ray McSharry, y la colocación de la Comisión Europea en una posición embarazosa. Las actuales negociaciones fueron sugeridas por el presidente norteamericano George Bush y estaban destinadas a desbloquear la Ronda Uruguay, que languidece desde hace dos años en Ginebra.
Este dato hacía pensar ayer a algunos expertos estadounidenses que, pese al ambiente rupturista que se vive en Estados Unidos, George Bush podría dar un decidido impulso a las negociaciones para cerrarlas antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, informa . Con ello, Bush se anotaría un importante éxito político que le permitiría recuperarse de la pérdida de votos que le auguran las encuestas. Desde este punto de vista, la amenaza de imponer fuertes aranceles a los productos europeos tendría su explicación, y recordaría la estrategia de EE UU en las recientes negociaciones con China, que se cerraron rápidamente tras una advertencia similar.
Las diferencias entre la CE y EE UU habían llegado a estrecharse, según algunas estimaciones, hasta una horquilla de medio millón de toneladas de soja y de un 2% de las exportaciones subvencionadas. Washington quiere cortar entre el 22% y el 24% de las exportaciones europeas e imponer un cupo a la producción de oleaginosas. La CE pide como contrapartida la limitación de la exportación norteamericana de productos sustitutos de cereales, actualmente en régimen libre en Europa, una cláusula de paz que impida futuras denuncias de la Política Agrícola Común (PAC) y contrapartidas en la liberalización del sector servicios.
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