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Entrevista:

"Habrá una conferencia de paz en Somalia antes de fin de año"

Somalia es un país pulverizado por las balas y el hambre. La huida del presidente Siad Barre en enero de 1991 marcó el final de una dictadura de 24 años y el principio de una guerra sin cuartel entre los diferentes clanes por el control del poder. En medio deeste laberinto, un hombre menudo y despeinado intenta reconstruir un Estado que ha dejado de existir. Mohamed Sahnun, argelino, enviado especial de la ONU en Somalia, ha dado ya un paso de gigante: ser aceptado y respetado por las partes en conflicto.

Antiguo embajador y consejero del presidente argelino Chadli Benyedid para Asuntos Exteriores, Mohamed Sahnun, de 60 años, conoce bien la cuestión somalí y, a decir de los observadores, está utilizando una estrategia cauta e inteligente. De momento, los dos principales señores de la guerra ya han aceptado su mediación.Pregunta. En Mogadiscio corren rumores sobre contactos entre altos mandos de Mohamed Alí Mahdi y el general Mohamed Aidid. ¿Existe alguna actividad diplomática en estos momentos?

Respuesta. Sí. Ya se están haciendo los primeros contactos. La sociedad somalí estaba tan dislocada por la guerra civil que para recomponer la situación hay que trabajar con un enfoque regional. La mayor parte de los grupos están divididos en dos o tres facciones vinculadas a un subclan y a un territorio. Tenemos que reconciliarlos a todos para organizar una conferencia nacional de pacificaciión, que creo que podrá celebrarse antes de que acabe el año.

P. ¿Cree usted que la ONU hubiera tomado el mismo interés por el conflicto somalí si su secretario general, Butros Gali, no se hubiera enfadado tanto en julio?

R. No hay duda de que Gali ha desempeñado un papel clave. La mayor parte de los problemas que vive Somalia están relacionados con el grado de odio que hubo al estallar la guerra abierta. La lucha fue brutal, y nosotros no estábamos allí para canalizar la situación [la ONU se retiró de Somalia poco antes de la huida de Siad Barre y no volvió a establecerse de manera permanente hasta un año más tarde]. Cuando Barre huyó, nosotros pudimos haber intervenido y no lo hicimos. Lo he dicho y lo mantengo. Llegamos tarde.

P. Los 500 cascos azules que hay en Mogadiscio van escoltados por jóvenes somalíes armados. No parece que tengan mucha capacidad de maniobra.

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R. Las tropas están muy bien preparadas y conocen sus obligaciones. Ahora estamos cooperando con algunos escoltas a los que vamos a formar y a uniformar. Trabajarán con nosotros para proteger la ayuda humanitaria.

P. Las facciones en conflicto obtienen buenos dividendos del pago de las escoltas, y aun así, parte de la ayuda internacional es asaltada. ¿No sería mejor que la ONU interviniera a gran escala para controlar su reparto?

R. No. Queremos evitar situaciones que conduzcan a un enfrentamiento. Aquí no hay ahora una lucha a gran escala, como en Yugoslavia. El problema más grave es el pillaje de comida.

P. ¿Qué proporción de la ayuda internacional es saqueada?

R. Las cifras se han exagerado. La Cruz Roja ha calculado que el 15% de la comida que llega es robada, pero depende del tipo de provisiones. Los alimentos básicos, como los cereales, sufren pocos asaltos, en tomo al 5%. En cambio, los productos donados por países o instituciones, como aceite, azúcar, harina o pasta, son muy codiciados porque Son caros.

P. ¿Existe alguna solución?

R. Somalia atraviesa un momento de destrucción absoluta. No hay Gobierno ni instituciones. Una buena alternativa a los pistoleros puede ser ayudar a las poblaciones a organizarse.

P. Se ha dicho que Siad Barre destruyó la estructura de los clanes, relegando a los ancianos. ¿Es factible que éstos recobren su protagonismo?

R. Efectivamente, los ancianos han estado muy aislados, eclipsados por los pistoleros. Sin embargo, cada vez que hay momentos de tranquilidad, las miradas se vuelven hacia ellos. Pueden desarrollar un papel importante. A mí me están ayudando mucho.

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