Yeltsin prepara una ofensiva contra la oposición más radical
El presidente ruso, Borís Yeltsin, ha iniciado en los últimos días una potente contraofensiva para abortar los preparativos de la oposición más radical para derribar al Gobierno. "Hay en marcha un auténtico golpe de Estado", comenta el viceprimer ministro Mijaíl Portoranin en una reunión con periodistas extranjeros, "pero nos estamos adelantado a sus intenciones".Los preparativos para el supuesto golpe no se llevan en esta ocasión de manera secreta, al menos en parte. Un grupo que aglutina a dirigentes opositores de todo tipo (ultranacionalistas, monárquicos y comunistas), unidos por su común objetivo antirreformista, está impulsando la creación del denominado Frente de Salvación Nacional, que celebrará el próximo sábado su congreso constituyente. Su objetivo inmediato es, en palabras de Ilia Konstantínov, uno de los promotores, crear las condiciones para que el Congreso de los Diputados del Pueblo, el macroparlamento ruso con plenos poderes, "fuerce la dimisión del Gobierno y plantee una moción de censura al presidente" en la reunión programada para primeros de diciembre.
Para presionar en esa dirección, la Federación de Sindicatos Independientes ha convocado el próximo sábado manifestaciones por todo el país.
Yeltsin maniobró la semana pasada para tratar de forzar un aplazamiento de la reunión del congreso y quebrar así los planes de la oposición. El argumento teórico que ha utilizado es el de que el macroparlamento debe aprobar la nueva Constitución y no da tiempo para preparar y debatir el borrador de aquí a diciembre. En realidad, el aplazamiento es básico para que el Gobierno pueda "hacer irreversible el cambio de propiedad", en palabras del viceprimer ministro Anatoli Chubáis.
Presidentes contra Parlamento
Yeltsin ha utilizado esta vez como instrumento de presión a los presidentes de las repúblicas que forman la Federación Rusa y los ha lanzado contra el Parlamento. En una reunión celebrada el miércoles y el jueves, el máximo dirigente ruso y los líderes de 19 repúblicas federadas (sólo dejó de acudir Chechenia) decidieron formar el Consejo de Presidentes de las Repúblicas. Con él, Yeltsin refuerza su papel al obtener el apoyo de una parte sustancial del poder real -pues las repúblicas tienden a actuar cada vez más por su cuenta, tengan o no legalmente las competencias pertinentes- a cambio de garantizar a sus interlocutores mayores cotas de autonomía.
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