La soledad de un enterrado en vida
Un hombre sobrevive 81 horas con su familia muerta bajo 14 pisos en El Cairo
Un sabueso francés de nombre Loggi llevó a los equipos de rescate hasta Aktham Ismail Hamouda, un hombre de 37 años que permaneció enterrado 81 horas bajo los escombros de un edificio de 14 pisos, derribado por el más terrible seísmo sufrido, por Egipto. Aturdido pero aún con vida, cogía entre sus manos las de los cadáveres de su esposa italiana, Tiziana Trevisani, y de su madre y su hija, ambas llamadas Samira. Entre las ruinas de lo que una vez fue una zona residencial de clase media, el barrio de Heliópolis, en El Cairo, han sido rescatados hasta el momento 60 cuerpos. En total han muerto más de 500 personas."Loggi se internó entre los escombros por un agujero muy pequeño. Salió y ladró cuatro veces. Entendí que había encontrado a alguien con vida", explica su adiestradora, Joulyne Pointeau, integrante del equipo francés de rescate Acción de Urgencia Internacional, que voló a El Cairo el pasado miércoles para participar en la búsqueda de supervivientes. Pointeau trabajó durante cuatro horas codo con codo con su compañero de 74 años Pierre Rasquier para practicar un pasadizo por el cual consiguieron liberar a Hamouda alrededor de la medianoche.
"Recuperamos la conciencia cuando pasó el terremoto. Yo decidí beber mi propia orina para salvarme de la sed. Mi hija murió mientras me pedía un refresco de cola", comentó Hamouda a Samiri Sultan, director del hospital donde fue internado. "Después se deshizo en lágrimas al recordar cómo vio morir a sus tres mujeres más queridas, víctimas del hambre y la sed después de tres días y medio enterrados en vida", continuó Sultan. "Su estado físico es bueno, pero mentalmente se encuentra muy impresionado. Es un hombre muy fuerte", explica Hany Zaky, el doctor que le atiende. Hamouda sólo padece rotura y dislocación del tobillo izquierdo.
Su hermana, Elham, fue rescatada junto a su hijo de cuatro años entre los escombros de un edificio próximo ocho horas después del seísmo. "Nuestro padre también murió cuando se cayó la casa, pero no se lo he dicho aún a Aktham. Desde que me rescataron le pedí a Dios que le salvara como hizo conmigo y con mi hijo".
Este sorpresivo rescate ha servido para dar nuevos ánimos a quienes se parten el lomo entre los escombros. "Esto demuestra que no hay que perder la esperanza", anunció el. ministro del Interior egipcio, Mohamed Abdel-Halim Moussa.
Sin embargo, con estas palabras de aliento no consigue callar las protestas de las 2.000 familias que esperan en las calles desde que el terremoto destruyó sus casas o las convirtió en peligrosas e inhabitables, y que exigen una solución a su problema por parte del Gobierno. "Que nos busquen un techo y luego estudien cada caso particular, en vez de dejarnos en la calle hasta que nos toque el turno", reclamaba un enfadado vecino.
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