Recuerdos y 'flashes' actuales
Veintitrés de septiembre de 1992; voy a ver a mis nietos a Aluche (Madrid), desde Aranjuez. Paso junto al estadio Vicente Calderón, donde iba a actuar Michael Jackson. Este hombre, cantante de rock, nacido negro de piel y de raza, con trasplantes de piel y todo eso, se ha convertido en blanco. Cuando ya no se cumplen los 65 años, al ver la movida, recordamos Aranjuez, en los primeros años treinta; el negro Aquilino y Angelillo, en los estudios de cine de Aranjuez donde rodaron la película El negro que tenía el alma blanca.
Angelillo, cantaor madrileño, nacido en Vallecas, cantaba las colombianas mejor que nadie de entonces ni de ahora. También milongas, como El granate, grito del obrero tallista, que nunca pasó de serlo, ante el valor y la belleza de su obra. Aquilino, el negro con el alma blanca, era uno de los mejores bailarines de aquella época. Un juego de palabras ante los dos hechos podría ser título de otra película: "El negro que tenía el alma blanca y el blanco que tenía el alma negra". Esto sin pensar que Michael Jackson sea mala persona, ni mucho menos. Sólo que la sociedad le ha hecho ilusionarse con el cambio en el color de su piel. Veinticinco de septiembre, dos días después, Abimael Guzmán, jefe de Sendero Luminoso, apresado por las fuerzas del orden de su país, Perú, es expuesto a la vista de todo el mundo metido en una jaula como las fieras, mientras desgrana su rosario de maldiciones contra el poder. ¿Quién es más odioso, ridículo, sádico y todo lo malo que se pueda decir?
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