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González se muestra inquieto por la incapacidad del PSOE para abrir el debate sucesorio

Luis R. Aizpeolea

El jefe de Gobierno, Felipe González, ha expresado en círculos privados su inquietud por la dificultad para que se abra un debate en el PSOE del que surja un candidato a su sucesión. Esta cuestión, que obsesiona a González, ha cobrado actualidad con su decisión de encabezar el cartel electoral del PSOE para 1993 ante los graves problemas económicos y los obstáculos del proceso de unidad europea. Sectores del Gobierno interpretan que la cúpula dirigente del PSOE ha impedido cualquier movimiento sucesorio, y apuntan el caso del vicepresidente Narcís Serra como una muestra de ello.

"La decisión de Felipe González de presentarse por sexta vez como cabeza de cartel socialista a las elecciones no ha sido repentina, sino madurada. Pero más que el cansancio vital como factor de resistencia a continuar, lo que le preocupa a González es la dificultad del PSOE, después de 10 años de Gobierno, de abrir el debate sucesorio", afirman fuentes del entorno del jefe del Gobierno.El precedente de Serra ha sido expresivo, según algunos ministros. Fue delfín de González en diciembre de 1988, tras la crisis del jefe del Gobierno con motivo de la huelga general, y cuando fue nombrado vicepresidente, en marzo de 1991, en sustitución de Alfonso Guerra fue enfilado por la cúpula dirigente del PSOE.

Más allá de la simpatía o el rechazo que provoca su imagen, el hecho de que hubiera sido delfín de González durante unos días, su falta de arraigo en la cúpula del PSOE, unida a la vulnerabilidad de su cargo, un vicepresidente sin cartera, le han hecho blanco de críticas de una cúpula socialista no resignada a ser marginada del proceso sucesorio de González. La paradoja es que en el Gobierno su figura ha ido ganando peso,, señala un ministro.

En su opinión, "es una simplificación decir como se ha dicho desde la dirección del partido que apenas le queda terreno porque los grandes temas los despachamos los ministros con el propio Felipe González".

Desde un amplio sector del Gobierno se interpretan en esa clave los movimientos de la cúpula dirigente del PSOE durante el periodo que ha durado la incertidumbre sobre la presentación de González como candidato. El aviso lo dio Guerra en su conferencia en Galapagar del 30 de junio: la sucesión la controla el partido y hay que acrecentar la identidad socialista del partido.

Promoción de Guerra

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El dirigente Eduardo Martín Toval atacó a Serra porque había definido al PSOE como partido interclasista. Después vino la campaña de promoción de Guerra si es que González decidía Finalmente no encabezar las listas y, por último, la posición de la cúpula dirigente del PSOE ante el debate sobre el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF), que tenía también una connotación despectiva hacia Serra, alineado con los socialistas del PSC.Prácticamente resuelta la continuidad de González para estas elecciones, la cúpula del PSOE ha entrado en una fase de distensión en el conflicto con el Gobierno. La primera muestra fue el respaldo absoluto del Grupo Parlamentario Socialista al ministro de Economía, Carlos Solchaga, en la presentación de los presupuestos. "Todo propicia el cierre de filas: la mala situación económica, las malas perspectivas de las encuestas y la proximidad electoral", según fuentes de la dirección del PSOE.

También se ha despejado la segunda incógnita: el Gobierno agotará la legislatura. Desde La Moncloa se asegura que se alargará hasta octubre de 1993. "No hay argumentos para justificar el adelanto. Además, en el plazo de un año puede aclararse el futuro de la unidad europea y aparecer luz en la crisis económica, lo que permitiría al Gobierno elaborar un discurso más potente. También hay tiempo para mejorar la imagen del partido", dice un ministro.

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