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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La dignidad de un antifascista

CON LA muerte de Willy Brandt desaparece la persona que mejor ha simbolizado, desde el hundimiento del hitlerismo, el renacer de una nueva Alemania democrática y lanzada a la construcción de la Europa que va a necesitar el mundo del siglo XXI. El amor por la libertad y el antifascismo fueron para Brandt los ideales que dieron dignidad y coherencia a su vida. Su gesto como canciller de Alemania de arrodillarse ante los restos del gueto de Varsovia demostró que existía una posibilidad real de que las naciones de Europa -superando los horrores del pasado- se uniesen en torno a unos valores comunes de democracia y de respeto a los derechos humanos. Lección que sigue vigente; quizá hoy más que ayer.Brandt renovó con audacia la socialdemocracia alemana, que, pasada la etapa del infierno nazi, seguía apegada a los dogmas fundacionales del marxismo. En 1959, en Bad Godesberg, los socialistas alemanes renunciaron al marxismo e iniciaron una política de cooperación con otras fuerzas políticas en las tareas de gobierno. Ese pragmatismo -como se refleja en la interesante correspondencia entre Brandt, Kreisky y Palme- no tenía nada que ver con el oportunismo; era fruto de una visión progresista de lo que supone defender los ideales de libertad y de justicia social en el mundo contemporáneo. Fue precisamente esa concepción del socialismo la que influyó sobre Felipe González en el momento en que el PSOE iniciaba una nueva andadura.

Willy Brandt dejó la huella de su inteligencia y antidogmatismo en otro aspecto decisivo de la historia europea al proponer, en plena guerra fría, su ostpolitik: una apertura hacia el Este en pos de la coexistencia pacífica cuando, el atlantismo era concebido por muchos como una simple política de fuerza militar. Su intuición coadyuvó en gran medida al fascinante proceso democratizador en los regímenes del llamado "socialismo real" que desembocó en las radicales mutaciones de 1985 y 1989.

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