Pienso, luego existo
He leído el artículo de Julio César Iglesias de fecha 21 de los corrientes, y como siempre, bien a través de medio escrito, bien de medio hablado, he quedado admirado de su facilidad de expresión y la amenidad de su verbo.No obstante, y sin entrar en polémicas, y por supuesto admitiendo la libre opinión de cada una de las personas, sí quisiera hacerle las siguientes consideraciones al respecto.
Es realmente difícil, y aún en nuestras propias familias no lo entienden, el porqué llegamos a árbitros. Desde luego no es por la pompa administrativa. A esos niveles (los que llegan a salir en los medios de comunicación hablados o escritos con trascendencia son escasísimos: 33 de Primera División sobre unos 8.000). Quizá pudiera halagarles, pero ¿y el resto?
Desde luego, admitimos como libertad literaria las expresiones de "pijama negro", las frases "ante el espejo, de la guía de ferrocarriles, etcétera", pero la realidad es muy diferente. Tienen unos cursillos (cortos realmente para lo que desearíamos), sufren unos exámenes, tienen una disciplina, y al final son en realidad eso que usted dice, nada menos que unos colegiados, castellanos o de cualquier otra territorial, pero no con el sentido que usted expresa, sino con el que nosotros queremos darle. El de una misión que tenemos que cumplir con todos los defectos del mundo, que los tenemos, pero que procuramos ir corrigiendo en la medida que podemos, y que nos dejan.
Desde luego, lo que no podemos admitir, ni como libertad literaria ni como broma, que espero no haya querido ser otra cosa, son esos calificativos de "aspecto fúnebre" (también van de negro los jueces, y los sacerdotes) y lo de "intruso carbonífero", con todos mis respetos para los carbo-
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