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Un travestido que ofrecía prácticas sadicas, herido en un fuego provocado

Ana Alfageme

La morenaza "guapísima y tipazo" que se anuncia en los periódicos no se llama Carmen, sino Roberto Carlos, aunque dice tener unos pechos exuberantes. Promete, desde una sección publicitaria, "humillación, esclavitud, sadomasoquismo" en un lujoso apartamento del paseo de La Habana. El domingo por la noche, las cosas fueron demasiado lejos: Carmen apareció encadenada en el baño, con una cuchillada en el cuello y quemaduras en las piernas. Alguien prendió fuego a su casa. Ella, muy grave, está en el hospital.

En el paseo de La Habana, 82, casi todos los vecinos tienen cosas que ocultar. De entrada, su nombre. Desde la mujer de la limpieza, que asegura que no conoce a nadie, pero que murmura en una esquina con una inquilina brasileña demasiado pintada para ser lunes por la mañana, y que vuelve de pasear a su perrita pequinesa, hasta una rubia altísima, con voz masculina y acento extranjero, que asoma la cabeza por una de las puertas del segundo piso, donde ocurrió el domingo el incendio, y suspira: "Vaya follón".La puerta del 2º-B está precintada por orden judicial. Allí vivía, desde hace unos cinco meses, una chica morena, de treinta y tantos años, conocida como Carmen y que recibía muchas visitas. Según la policía, se llama Roberto Carlos R., es argentino y tiene 37 años. De ello se enteró muy bien una de sus vecinas. "Ponía la música a tope desde las ocho de la mañana y los gritos eran continuos". "Es que Carmen se anunciaba en la prensa, era un travesti sadomasoquista", comentan los vecinos.

Pedro y el lobo

"Un día", dice la vecina, "le dije que iba a avisar a la policía. Ella -bueno, él; para mí siempre será un tío, porque además estaba sin operar por abajo- se disculpó y me dijo que estaba muy nerviosa. Le calmé y todo, pero los problemas continuaron". Y ocurrió lo de Pedro y el lobo. El domingo por la tarde, la vecina oyó los primeros gritos a eso de las seis. "Y oí más, como cada día. Simplemente puse la televisión más alta". A las 20.45, la puerta le cerró con un golpe brusco y el humo llenaba el hueco de la escalera. Los bomberos, que llegaron a las 21.20, sacaron, sobre una manta, al travestido, inconsciente. Le habían encontrado con sus pechos de silicona rodeados de cadenas, con una herida de arma blanca en el cuello y quemaduras en una pierna. "Y en el salón, un arsenal de material para prácticas sadomasoquistas", comentan en la Policía Municipal. Alguien prendió unas bolsas de basura y ropa en el pequeño vestidor del apartamento.

"Yo le daba por muerto", decía ayer, a media voz, una señora madura que salía del edificio. A esta mujer le presentó la policía un álbum entero de fotos del travestido "como Dios le trajo al mundo, con un taparrabos y haciendo posturitas; vaya susto que me di". La señora y otros vecinos dicen que los apartamentos -hay más de 70- se alquilan sobre todo a prostitutas, "y esto", dicen, "no hay quien lo aguante; a finales de julio, dos moros se pegaron y se liaron a tiros".

Los policías del grupo VI de homicidios no pudieron ayer hablar con el argentino, ingresado en el hospital. La Paz, por su grave estado. Incluso dudaban de la identidad facilitada por la mañana e investigaban un anuncio de los "contactos" de Diario 16 que estaba ayer en el buzón del 2º-B. Al llamar, una voz informaba: "El abonado se encuentra fuera de cobertura o con su terminal apagado".

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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