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Los rumanos ratifican el continuismo de Iliescu

Las elecciones legislativas y presidenciales rumanas demostraron ayer que el aparato del viejo régimen comunista en Rumania ha desarrollado las mejores defensas para valerse del sistema democrático, tres años después de la caída de Nicolae Ceausesu. Según los primeros resultados, el presidente Ion Iliescu logró hacerse con el 48% de los votos y la práctica garantía de mantenerse en el cargo mientras su principal rival, el rector de la Universidad de Bucarest, Emil Constantinescu, apoyado por 18 partidos de la oposición integrados en la Convención Democrática , no llegó siquiera al 33%.

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Iliescu se coloca en una posición inmejorable para vencer en la segunda vuelta, el próximo 11 de octubre, necesaria al no haber superado el 50% de los votos. El presidente, exultante al conocer la primera proyección de los resultados, declaró estar "convencido de que la opción del electorado expresada [ayer] será reconfirmada en la segunda vuelta".Illescu pidió a todas las formaciones políticas que aceptaran el resultado de las urnas.

En unas elecciones en las que las irregularidades fueron mínimas e insignificantes, los resultados demuestran que una mayoría de la población teme la democratización y el libre mercado y ve más amenazas que ventajas en una integración en la esfera cultural, económica y política de Europa occidental.

En las elecciones legislativas para los 328 escaños de la Cámara de los Diputados y los 143 del Senado, el desastre sufrido por los partidos de la oposición no es menor. El partido de Iliescu, el Frente Democrático de Salvación Nacional (FDSN) escindido del Frente de Salvación Nacional (FSN) del ex primer ministro Petre Roman, al que pocos creían capaz de superar el 15% alcanzó el 27,5% y se convirtió en el partido mayoritario en el Parlamento por delante de la Convención Democrática con el 23%. El FSN consiguió el 11%; el ultraderechista Partido por la Unidad Nacional Rumana (PUNR), el 7,5%; y el partido de la minoría húngara UMDR, el 7%.

Con el resultado obtenido por Illescu y el 10% alcanzado por el candidato ultraderechista a la presidencia, Gheorghe Funar, con más del 10%, Rumania da un gigantesco paso hacia su total enajenación del proceso democrático de otros países de la región como Hungría, Bulgaria, Macedonia o Albania, y se sumerge en el estatalismo paracomunista de su vecina Serbia.

El derrotado candidato de la Convención Democrática, Emil Constantinescu manifestó ayer a EL PAÍS que daba por seguro que los votos en favor de Funar fueran a Iliescu en la segunda ronda; y puso en duda que los votantes del humillado candidato del partido de Petre Roman, Caius Traian Dragomir, que sólo logró el 2,5%, fueran a obedecer a su líder votando a Constantinescu. "No le seguirán en sus propuestas", dijo el candidato de la coalición opositora.

El voto campesino

De nuevo el campo ha decidido la suerte política de Rumania. Mientras las grandes ciudades, Bucarest a su cabeza, votaron abrumadoramente en favor de Constantinescu, la opción estatalista y antioccidental de Iliescu y la nacionalista agresiva y antihúngara de Furan, lograron juntas una amplia mayoría.

Las elecciones fueron fiscalizadas por un gran número de observadores internacionales para evitar que, como sucedió en las celebradas en junio de 1990, se produjeran irregularidades que, dada su amplitud, acabaron por minar la legitimidad del Gobierno del Frente de Salvación Nacional, victorioso entonces.

El Consejo de Europa paralizó el ingreso de Rumania debido a aquel fraude electoral y los posteriores ataques contra la oposición por parte de mineros dirigidos por el aparato del antiguo régimen comunista bajo órdenes del presidente Ion lliescu. Parlamentarios europeos y diputados de numerosos países, entre ellos España, recorrieron ayer colegios electorales por todo el país sin que a última hora de la tarde se dispusiera de información sobre irregularidades de entidad. "Confío en que esta elección de legitimnidad a la estructura política del Parlamento", manifestó el primer ministro, Theodor Stolojan tras depositar su voto en el centro de la capital. "Rumania necesita estabilidad y estas elecciones tienen que dársela".

La campaña del ultraderechista Gheorghe Funar se basó en un constante y furioso ataque contra la minoría húngara de cerca de dos millones que habita en Transilvania y el Banato. Con esta estrategia ya logró hacerse con la alcaldía de la ciudad transilvana de Cluj en las pasadas elecciones municipales.

La Unión Democrática de los Húngaros de Rumania que acudió a las elecciones parlamentarias con sus propias listas apoya a Constantinescu para la presidencia de la república, y Petre Roman excluyó toda posibilidad de gobernar con Iliescu.

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