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Los conflictos éticos recogidos en el nuevo catecismo desatan las críticas contra el Vaticano

Juan Arias

Las primeras filtraciones sobre el texto oficial y definitivo, escrito en francés, del nuevo catecismo universal de la Iglesia católica, aprobado por el Papa el 26 de junio pasado y que se hará público las próximas Navidades, están ya levantando duras polémicas y no pocas perplejidades. A pesar de que han sido conocidas sólo algunas de las casi 500 páginas que lo componen, ya la prensa de todo el mundo está ofreciendo sus comentarios, sobre todo porque lo filtrado se refiere exclusivamente a problemas éticos, que son los que más agudizan la curiosidad, y a asuntos tan llamativos como la pena de muerte y la guerra.Algunos especialistas, como el filósofo italiano Gianni Vattimo, insisten en que el nuevo catecismo es sobre todo "esquizofrénico", ya que profundiza como nunca en los llamados pecados sociales, desde la mordida (soborno) hasta la firma de un talón sin fondos, mientras mantiene aún, afirma, "una zona oscura en la ética sexual, insistiendo sobre un naturalismo que considero un retazo de barbarie". Y añade: "Me pregunto, por ejemplo, por qué tanta intransigencia contra los anticonceptivos y tanta tolerancia por la silla eléctrica". La tesis de Vattimo es que las fronteras entre la moral laica y la católica se han hecho mucho más débiles que en el pasado, y que por ello, para distinguir a un fiel de un infiel, la Iglesia ha cargado las tintas en la ética sexual.

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El filósofo español Fernando Savater se lo ha tomado con más ironía: "Lo reaccionario no es el nuevo catecismo, sino darle importancia a lo que diga la Iglesia católica". Sin embargo, entre los nuevos postulados, ve uno lógico, el que condena la consulta de horóscopos y astrólogos: "Tratan de impedir la competencia; no vaya a ser que la gente se aficione mucho por esas cosas y dejen el confesionario".

Guerra y pena de muerte

El filósofo José Luis López Aranguren es radical contra este polémico intento de adaptar los mandamientos a los tiempos: "Sería mejor que la Santa Sede no se metiera en estos asuntos". Sobre el perdón para la pena de muerte y la guerra justa, comenta: "La pena de muerte no es defendible desde absolutamente ninguna perspectiva", "es tan difícil que se produzca una guerra justa, que no se puede exculpar"El escritor Sergio Quinzio uno de los mayores analistas italianos de asuntos religiosos, profundiza en esta línea. Denuncia el hecho de que Roma, en un afán de meter la nariz en las cosas de la gente para acercarse a la problemática del hombre moderno, haya llegado a condenar como pecador al que no va a votar. Según Qúinzio, se trata de algo completamente "nuevo y dificil de aceptar"; y añade que lo que choca es que mientras se presentan como pecados cosas que en la opinión pública nunca habían sido tomadas así, se considere un pecado gravísimo algo tan extendido como que dos personas convivan "sin casarse".

La mayor conmoción procede de la noticia de que el catecismo defienda que es lícita la pena de muerte, pues, aunque es sabido que la Iglesia católica nunca se había pronunciado contra ella (fue Pablo VI quien la eliminó de los reglamentos de la Ciudad del Vaticano), nadie imaginaba que Roma iba a mantenerla en su catecismo. Según Antonio Marchesi, presidente de Amnistía Internacional en Italia, se trata de "un paso atrás gravísimo que estimulará a los Gobiernos católicos en este terrible camino".

En medio del revuelo, la Santa Sede se ha mostrado muy dolida porque se ha violado el secreto impuesto a los contenidos del nuevo catecismo. El arzobispo castrense, José Manuel Estepa, presidente de la comisión episcopal española de Enseñanza y miembro de la comisión que ha redactado el nuevo catecismo universal, lamentó ayer en la cadena de radio COPE "la frivolidad y superficialidad" con que algunos medios informativos están enfocando el asunto: "Se ha sacado todo de contexto; los contenidos se han deformado". Subrayó que el catecismo no justifica la pena de muerte, "se trata de una cuestión mucho más matizada de lo que se ha hecho ver".

El teólogo, Enrique Miret Magdalena, es partidario de la matización. Así, y mostrándose prudente hasta conocer el texto en toda su extensión, señala que no lo ve tan novedoso: "Son cosas ya muy debatidas y presentes en los libros de moral católica". Él, que tiene una colección de un millar de catecismos, algunos del siglo XVI, cree que lo peor que le puede pasar a éste es que entre en aplicaciones muy concretas; "un catecismo debe recordar los principios católicos, porque, si no, se convierte en un manual que rápidamente se queda obsoleto". Reconoce que Juan Pablo II tiene mucho miedo a las novedades, critica que se trate de suavizar la condena a la guerra y a la pena de muerte, y destaca como positivas las matizaciones introducidas en los asuntos de homosexualidad y suicidio.

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