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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Homofobia

Me sorprende que aún existan científicos que sostengan la tesis de que el homosexual "nace, no se hace" y, como tal, busquen en su cerebro la causa de tal manifestación errónea y enfermiza.Si, como ellos sostienen, la homosexualidad depende del tamaño de las fibras que comunican los dos hemisferios, de acuerdo con el esquema: hombres tamaño normal, mujeres un 18% más largas, homosexuales un 34% más largas que los ¿Qué tamaño tendrán las de la población que se declara abiertamente bisexual? ¿Hay que suponer que en este caso las fibras son elásticas, se contraen y relajan de acuerdo con el estímulo amoroso del momento? ¿No será que, efectivamente, homosexuales, mujeres y cual quier persona discriminada sexualmente tengamos las fibras es tiradísimas, la neurona de punta, gracias a la vida esquizofrénica a la que nos someten? ¿Dónde quieren ir a parar sus investigaciones?¿Qué pretenden con ello? ¿Alimentar una nueva caza de brujas, un Ku-Kux-Klan homofóbico que de acuerdo con el denostado fundamentalismo heterosexual de sus dirigentes excluya a una buena parte de sus semejantes, sólo porque tengan más o menos largas las fibras nerviosas que conectan sus hemisferios, o pretenden estigmatizamos a todos aquellos que en algún momento de la vida nos hemos apartado de la norma tradicional familiar, estableciendo otro tipo de pareja humana, de acuerdo con el devenir de nuestra sexualidad? ¿Qué pasará si la homosexualidad y el lesbianismo, lejos de ser admitidos socialmente, se siguen considerando una enfermedad a erradicar? ¿Recurrirán a cortar, extirpar o modificar el cerebro de la mitad de los humanos, en una nueva suerte de lobotomía terapéutica correctora de la desviación?

Algo parecido ocurrió ya en el siglo pasado, pero entonces éramos las mujeres el objeto de debate en las esferas políticas y científicas dominantes. Se trataba de demostrar que éramos material y espiritualmente no sólo diferentes, sino de inferior calidad orgánica. Hurgaron en nuestro cerebro y dedujeron que nuestras neuronas eran menos aptas para la abstracción y el razonamiento en profundidad. En pocas palabras, carecíamos de una inteligencia superior, lo que unido a otros condicionantes fisiológicos expresados en el aforismo médico Muller totus útero, justificaba nuestra discriminación jurídica y social y nos convertía en ciudadanas de segunda categoría sometidas a la tutela de los cerebros superiores.

Pero hoy, después de años de lucha, nadie se atreve a refrendar semejante tesis. Por el contrario, la gente sensata y sensible de nuestro planeta admira y respeta las diferencias y entiende que mujeres, niños, negros, blancos, homosexuales, lesbianas, todos somos iguales. El mismo sentimiento anima nuestros deseos. El amor es la misma cosa bella que nos une y nos diferencia como seres superiores de la Naturaleza.-

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