_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hambre de balón

UN INGLÉS que entrenó al Athletic de Bilbao en los años treinta acostumbraba a tener toda la semana sin entrenar a los jugadores que habían flojeado el domingo anterior: para que les entrara lo que hoy llamaríamos mono y que entonces se denominaba hambre de cuero. Tras el insólito y emocionante final del último campeonato, prolongado en el éxito de la selección olímpica, los torneos de información y turismo de agosto no han aliviado, sino agravado, el mono que por estas fechas suele afectar a los aficionados al fútbol. El final de temporada resultó insólito porque, contradiciendo la estadística, la virtud se vio recompensada no sólo por el reconocimiento moral, sino por la victoria: la del equipo que había ofrecido el mejor fútbol, el Barcelona de Cruyff, en la Liga y en la Copa de Europa; la del que más tenazmente resistió a rendirse, el Atlético de Madrid, en la Copa del Rey; la del combinado de Vicente Miera, un magnífico entrenador marcado por la mala suerte desde que abandonó el Sporting, en los Juegos de Barcelona, y la del ambicioso Tenerife de Valdano sobre el campeón y subcampeón en dos inolvidables jornadas que demostraron que no siempre la práctica refuta a la teoría.La temporada que se inicia esta noche con un duelo en la cumbre entre los dos únicos equipos que han sido campeones en los últimos ocho años será la primera tras la conversión de los clubes en sociedades anónimas. De momento, el objetivo de moderar la tendencia a la irresponsabilidad de los directivos parece haberse alcanzado: no sólo se han reducido drásticamente los fichajes espectaculares, sino que, caso insólito, se han registrado más bajas que altas en las plantillas de Primera: 90 contra 71.

Con todo habrá que esperar un poco antes de dar por hecho que la obligación de responder ante el consejo de administración es suficiente vacuna contra el despilfarro: la vanidad suele ser proporcional a la tontería, y ésta no tiene límites. Personas con gran talento a juicio de los necios han pasado de presidentes a dueños, y es una incógnita lo que harán con el poder que han comprado. Será curioso, en cualquier caso, comprobar si hay o no diferencias entre el comportamiento de esos presidentes-dueños y los de los equipos cuyo capital está muy repartido, como son los casos del Albacete, Real Sociedad, Tenerife y otros.

Por otra parte, la pretensión de Gil y Gil de hacer pagar un canon a las radios y periódicos que informen de los encuentros en que participe el Atlético de Madrid resulta difícilmente compatible con el derecho a la información. Pero resulta, sobre todo, suicida para una actividad que necesita del eco de los medios tanto como las plantas del oxígeno. Sería una lástima que querellas como la que podría derivar de esa pretensión desviasen la atención de lo fundamental: que el árbitro está a punto de pitar el comienzo de una Liga en la que, por primera vez en muchos años, los entrenadores partidarios de que sus equipos jueguen al fútbol parten con ventaja respecto a los otros. Y desde la fundación del Recreativo de Huelva, por jugar al fútbol se ha entendido siempre en España jugar al ataque; a intentar marcar goles, y no sólo a evitar que los anote el contrario.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_