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La polémica sobre los comicios alimenta la crisis libanesa

El espectro de la crisis se cernía ayer sobre Líbano, después de que el Gobierno ratificase la validez de un proceso electoral que la oposición cristiana boicotea. La prueba de fuego para el Gabinete apoyado por Siria llegará el domingo. Ese día, el electorado de Beirut y los bastiones montañosos de los cristianos tendrían que acudir a las urnas en la segunda ronda de votación de la primera elección general en 20 años. Un fracaso podría poner en peligro el pacto de paz firmado en Taif (Arabia Saudí) en 1990 y que puso fin a 15 años de cruenta guerra civil.Los carteles electorales y los retratos de los candidatos al Parlamento de 128 escaños han reemplazado en las calles de Beirut oeste los murales dedicados a los milicianos muertos y a los fallecidos en la lucha contra Israel. Al otro lado de la desaparecida línea verde, en el sector oriental, predominantemente cristiano, muchos coches llevan cintas negras atadas a las antenas y no es raro ver la foto del general Michel Aún, el archienemigo de Siria, hoy en el exilio en Francia, sonriendo desde un parabrisas.

En el centro de la controversia están Siria y las denuncias de fraude en la votación del domingo anterior. En un gesto de protesta por la presencia de casi 40.000 soldados sirios en Líbano desde 1976, los cristianos boicotearon esa ronda y gran parte de las urnas abiertas en las zonas donde son mayoría se cerraron vacías.

La más estridente expresión del descontento musulmán vino nada menos que del presidente del Parlamento, Hussein al Husseini, quien renunció al grito de "¡trampa!" tras su derrota electoral a manos de correligionarios shiíes de` Hezbolá en su ciudad natal de Baalbek, en el valle de la Bekaa. El ministro cristiano de Correos y Telecomunicaciones, Georges Saadé, jefe de la Falange, siguió su ejemplo y presentó su renuncia durante el Consejo de Ministros de ayer. Poco mas tarde, el ministro de Exteriores, Farés Buez, dimitió de su cargo y retiro su candidatura para la segunda ronda de las elecciones.

Los principales partidos que aglutinan a los cerca de 700.000 cristianos de Líbano, que temen que la consulta suponga un inminente declive de su poder político, sostienen que celebrar elecciones "bajo la ocupación siria" es una burla a la democracia y que la voluntad popular está siendo manipulada por Damasco.

Para afianzar su argumento han convocado una huelga general de tres días este fin de semana.

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