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El número de casas desvalijadas se incrementa en verano, pero desciende respecto a otros años

Francisco Peregil

Un simple destornillador permite asaltar la mayoría de los hogares de Madrid. Y si no, a una brava (barra de hierro afilada en la punta) no hay puerta blindada que se resista. Durante el verano pasado desvalijaron 700 domicilios y más de 500 comercios en la capital. Los barrios más adinerados, con Chamartín a la cabeza, resultan los más castigados. Aunque la cifra resulta alarmante, la tendencia es decreciente por causas que van desde la falta de verdaderos asaltantes profesionales hasta el incremento de la colaboración ciudadana.

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Una campaña equivocada

Para evitar sorpresas desagradables, el consejo que ofrecen los expertos es sencillo: esconder los objetos valiosos en un sitio que no sea espectacular, sino dificil de llegar a él. Es preciso renunciar a las cajas de zapatos y a los cajones de la cocina. Hay quienes escondieron el dinero y las joyas en el cubo de la basura y cuando volvieron a casa lo tiraron junto a las sobras de la primera cena posveraniega.

Billetes voladores

La frase más pronunciada entre los desvalíjados ("parece que sabían dónde estaba el dinero porque se han ido derechito al sitio") no coincide con la realidad. Los rateros desconocen en su mayoría los escondites, pero los dueños de las casa se empeñan en escoger el dormitorio para guardar las pertenencias más queridas, con especial predilección por las sábanas. "Lo único que hacen los ladrones es tirar de ellas para que vuelen los billetes y las joyas", aclara un agente. "Un ejemplo efectivo puede ser colocarlo entre la escayola del techo y la pared", afirma otro policía experto en la materia.

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Marcar los electrodomésticos con un punzón facilita mucho su recuperación. "Si ponen el DNI con puntitos, no rayando el aparato, que así pueden borrar la cifra, sino con pequeñas puntilladas, nosotros contactamos después enseguida con el propietario".

No obstante, el número de casas desvalijadas durante el verano ha descendido respecto a 1990 en un 26%. Fueron 963 los hogares asaltados en el verano de 1990, y 703 el año pasado. Establecimientos robados hubo 600 en 1990, y 534 en 1991. ¿Las causas del leve descenso?: la falta de verdaderos profesionales. No se encuentran espadistas o expertos en abrir cerraduras sin forzarlas como había hace 15 años. En la actualidad, cuando se denuncia un robo donde no hay forzamiento de cerraduras es muy probable que se trate de un falso robo. Pero los viejos virtuosos, que acariciaban con sus espadas las más complicadas cerraduras como si fueran cirujanos, abandonaron el oficio sin traspasar sus conocimientos.

Asaltantes profesionales

Hay también un buen puñado de llasaltantes de casas profesionales" que pagan condena de varios años en Carabanchel.

Lo más sofisticado que se llega a practicar en la actualidad es el pico del oro: prender con una tenaza la parte más estrecha del picaporte, hasta que cede. Son los drogadictos y falsos vendedores ambulantes quienes tomaron el relevo.

Los barrios más adinerados resultan los más castigados por los ladrones de temporada. Especialmente el de Chamartín, donde se produjeron el verano pasado 108 de los 700 atracos de la capital. Precisamente fueron los comisarlos de este distrito quienes atraparon el pasado mes a un hombre de 23 años en un chalé de la calle de Bancarrota. La dueña lo sorprendió in fraganti con las joyas en la mano, y él escapó diciendo que tenía una pistola.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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