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El negocio de las puertas blindadas y las alarmas

Los ladrones son gente, en principio, discreta, que toca siempre al timbre y, si sale alguien, piden una limosna, o algo de comer. En principio, no gustan de violentar las puertas. Menos aún cuando se las encuentran abiertas.Muchos vecinos dejan las ventanas abiertas cuando marchan de vacaciones porque creen que a la altura en que se encuentra su hogar es imposible entrar. Precisamante son las casas de los pisos más altos las más asaltadas, ya que son donde menos trasiego hay.

Cambiar una puerta para instalar otra acorazada con cerradura de alta seguridad y cerco blindado sale por unas 150.000 pesetas. A partir de ahí la cuenta se puede ir rebajando hasta dejarla en una puerta normal por 100.000 pesetas. Cuanto más dificultad encuentre el caco más se lo pensará, pero si se empeña no hay blindaje que resista. Otros propietarios se gastan más de cien mil pesetas en una puerta blindada y dejan el marco de madera, o los goznes débiles.

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Una campaña equivocada

En cuanto a las alarmas, la policía es partidaria de su instalación en los comercios, a pesar de las molestias que causan en los ciudadanos cuando saltan por distintos factores (climatológicos, ambientales...) que no tienen nada que ver con posibles ladrones. Cuando aumenta el calor se disparan más, igual que cuando se produce un cambio brusco en la tensión, un cortocircuito o un apagón. De cada diez veces que se dispara una alarma, nueve lo hace en falso. "E incluso más", comenta un policía especializado. El mismo agente dice que todas las alarmas se comprueban, pese a este porcentaje.

Cuarenta al día

Entre las alarmas, las hay conectadas a centrales de compañías privadas de seguridad y la central del 091. Entre estas últimas saltan cuarenta al día.

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La policía no se encuentra autorizada para entrar en el local y desconectarlas. Lo más que pueden hacer es tratar de localizar a los propietarios para que ellos liberen a los vecinos del ruido. Si los dueños del negocio no aparecen, hay que avisar a los bomberos quienes, con un mandato judicial, pueden cortar los cables.

El día en que los bomberos tienen más avisos para desconectar alarmas es el domingo. El pasado año, el servicio de Madrid neutralizó 80 alarmas todos los domingos del año, "generalmente de madrugada", comenta un portavoz del cuerpo. Durante el día, el nivel acústico es tal que si una alarma se dispara pasa inadvertida. Una de cada cuatro actuaciones el pasado año -desconectaron en 1991, 53 aparatos- fueron precisamente el séptimo día de la semana. Y cuando trabajaron más fue en este mismo mes: en agosto de 1991, 53 alarmas tuvieron que neutralizarse.

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