Bahamontes-Induráin
Bahamontes respondía en la pasada edición del domingo 19 de julio que ganaría hoy a Induráin en la montaña. Yo te contesto, amigo Bahamontes, que no me parece ni lógico ni cabal querer comparar cosas que por su propia naturaleza y circunstancias no son comparables. Me parece razonable y factible llevar a una balanza a Chiappucci y a Induráin, que son ciclistas de una misma época compitiendo en las mismas pruebas, que cuentan con igualdad de avances técnicos en su preparación, con un mismo abanico de peligrosos rivales, y que ambos se encuentran en un buen momento de sus respectivas carreras profesionales. Y podemos afirmar que son magníficos ciclistas, como ha quedado patente en esa disputadísima yPasa a la página siguiente
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dura prueba que ha acontecido este año 1992 en el Tour, y constatar, con la alegría que esto nos provoca, que Induráin es el número uno por cuanto aventaja a Chiappucci en la contrarreloj, como quedó patente en el Giro, en la etapa prólogo de San Sebastián y en la contrarreloj del pasado 13 de julio, aun cuando en la montaña no estuviera claro quién de los dos es el mejor, siendo ambos fenomenales escaladores.
Incluso cabría la posibilidad de atreverse a comparar a Delgado y a Induráin, ya que la única circunstancia que los separa es que mientras que este último está todavía camino de alcanzar su techo, el otro ya lo alcanzó, y ahora se encuentra de regreso.
Pero ¿como comparar lo incomparable? No hay nada que pueda ser considerado factor común entre Induráin y Bahamontes, todas las circunstancias han cambiado, lo único que se puede decir es que Bahamontes fue el mejor en su época, como también lo fue Ocaña, lo ha sido más recientemente Delgado y lo es ahora Induráin, y que están en el mismo plano, que es el plano del podio más elevado de los elevados.
¡Ojalá lleguen otros nuevos que puedan alcanzar este honorable éxito que nos llena de alegría a la afición española!
¡Enhorabuena, Miguelón! ¡Enhorabuena, Perico! Y a ti, Federico, felicitarte por haber nacido en una época anterior, ya que de no haber sido así no hubieras podido posar para las cámaras en la cima de los montes esperando al grupo perseguidor, a no ser que hubieras estado dispuesto a pagar por tal sesión fotográfica una salida de control o, en el mejor de los casos, el caer en. picado de la gloriosa cumbre que supone vestir el maillot amarillo de los campeones.-
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