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"¡Qué flaco se ha quedado el chico!"

Millares de personas vitorearon a Induráin en su pueblo, Villava, y en Pamplona

"En Francia, Italia y España, por todas sus carreteras, pedalea un gran ciclista que asombra a Europa entera", cantaron ayer con tono ilusionado los miembros de la Coral de Villava. Miguel Induráin recibió con agrado y seriedad los sones del himno que en su honor tuvo su estreno mundial en la iglesia parroquial de San Andrés, en su pueblo natal.El himno, compuesto por quien desde -hace 45 años es el organista oficial del templo, José Luis del Burgo, de 62 años, fue sólo una anécdota más del largo protocolo organizado por las autoridades navarras para recibir a su hijo actual más ilustre, que llegó en un vuelo directo desde París hasta el aeropuerto de Noáin.

Millares de personas salieron a las calles de Pamplona para vitorear su paso, en un flamante Mercedes descapotable, hasta su llegada al Palacio de Navarra, y pudieron apreciar "lo flaco, que se ha quedado el chico" tras su doble hazaña deportiva. Mientras Miguel Induráin padre afirmaba tener agujetas "de tanto andar por las moquetas de la Embajada de España en París, porque no estoy acostumbrado y me va mejor el campo", Miguel Induráin hijo, que se casará este año con su novia guipuzcoana, Marisa López de Goicoechea, y se trasladará a vivir a un discreto chalé adosado de Olaz, colindante con Villava, salía al balcón principal de la Diputación de Navarra con su impecable traje y repartía dedicatorias.

Después, con el presidente del Gobierno navarro, Juan Cruz Allí, junto a él, ondeó el maillot amarillo del Tour 92 entre la aclamación de los millares de personas reunidas en la calle. "Ésa es la única bandera de Miguelón, el maillot", aseguraba un hombre en la calle. Induráin firmó en el libro de oro de Navarra y recibió la insignia de oro con el escudo de la comunidad. Firmó también el maillot amarillo con un rotulador dedicándolo al pabellón navarro de la Expo 92 y a toda la afición. El maillot acompañará en el citado pabellón a la maglia rosa del Giro, ya expuesta. "A este paso, nuestro pabellón va a parecer una tienda de ropa", señaló un invitado a la recepción.

Por la tarde, millares de villaveses le acompañaron hasta la parroquia de la localidad, en cuya puerta le recibió el arzobispo de Pamplona, José María Cirarda. Induráin realizó una ofrenda floral a la Virgen del Rosario, entregó otro maillot amarillo y se desplazó al Ayuntamiento para repetir, una vez más, los discursos en medio de un baño de multitudes. Su madre, Isabel Larraya, daba gracias: por fin Miguel, tres meses ausente, comerá en casa.

Induráin brindó en el Palacio de Navarra con un refresco de naranja en la copa. Cuando se despidió desde el balcón con un "hasta . siempre", algunos pamploneses contestaron: "¿Cómo hasta siempre? Será hasta el año que viene, ¿no?".

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