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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

¿Fin de Euskadiko?

EUSKADIKO EZKERRA (EE) no sólo no se ha recompuesto desde su último congreso, en' febrero de 1991, en el que la formación política vasca se dividió en dos partes casi iguales, sino que está en trance de desaparecer como tal. La radical divergencia manifestada entonces entre quienes abogaban por un giro hacia el nacionalismo abertzale y quienes defendían la marca de origen del partido como una opción de izquierda nacional vasca y plural puede dar al traste con un original ensayo de centrar la vida política en Euskadi en algo más que en la estéril pugna entre nacionalismo y no nacionalismo.En estos momentos, tanto el sector escindido tras el congreso de febrero del año pasado, agrupado en la formación Euskal Ezkerra, como el que conserva la siglas de EE mantienen sendos y paralelos procesos de convergencia con Eusko Alkartasuna (EA) y con el Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE), respectivamente. Los primeros renunciaron formal y explícitamente a la apuesta política de marca de EE a cambio de un hipotético modelo neonacionalista basado en la unidad entre el "nacionalismo progresista" y el "nacionalismo de izquierda". Pero tampoco EE como tal parece encontrarse en condiciones de mantener dicha marca: el difícil envite de su unificación con los socialistas vascos, de naturaleza todavía desconocida -¿absorción?, ¿aproximación mutua?, ¿nueva formación?-, puede terminar en su integración pura y simple en el PSE-PSOE más que en una convergencia política entre las dos formaciones.

En ambos casos, el proceso se enfrenta a dificultades ideológicas, organizativas y personales nada desdeñables, vinculadas unas a la específica situación política de Euskadi y otras al todavía inconcluso diseño de los modelos de socialismo vasco y del nacionalismo radical y democrático. Pero de su superación depende que tales procesos den como fruto proyectos políticos renovados en ambas direcciones o se salden en meras operaciones de recuperar los cuadros que surgieron en el seno de EE. Sería este último un triste e inmerecido final para un partido que ha ocupado en el País Vasco un espacio electoral reducido, pero que ha sido, en sus sus 15 años de existencia, un poderoso factor de integración y racionalidad en una sociedad, como la vasca, marcada por la violencia.

La convergencia del sector histórico de EE con el PSE-PSOE, fiel a lo que estas siglas representan, plantea si cabe mayores dificultades que el reciclaje que pretende Euskal Ezkerra en el seno del partido de Garaikoetxea. El encaje de la antigua escisión de EE en el proyecto nacionalista de EA tiene, sin duda, menos alcancé que la conjunción de EE con el PSE-PSOE. Ello no quita para que las resistencias y las desconfianzas sean parecidas. La futura relación orgánica entre EE y el PSE-PSOE, sea cual sea la forma que adopte, no debería en ningún caso ser el entierro de lo que ha significado en la reciente historia de Euskadi la dinámica de unión de nacionalistas y no nacionalistas en un mismo proyecto político. Más bien tendría que ser la ocasión para lanzarla de nuevo con mayores bríos en el seno de la sociedad y del electorado vascos.

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