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Guerra de nervios

Luis Gómez

Para entender lo que ayer hizo Induráin, que no fue otra cosa que no despegarse de Bugno y consentir la escapada de LeMond y Chiapucci, hay que leer en la mente de Echávarri, su director. Para interpretar lo que hizo Bugno habrá que esperar diez días. Son LeMond y Chiapucci los que no necesitan traducción: se manifiestan como un libro abierto. La diferencia estriba en que LeMond e Induráin saben lo que es ganar el Tour. Bugno, no. Y Chiapucci hace de cada batalla una guerra.Lo sucedido ayer beneficia a LeMond más que a ningún otro porque ésa es su forma de ganar, paso a paso, en dosis de medio minuto. Induráin, es decir Echávarri, prefiere fiarlo todo a un sólo golpe, como hizo en su día Delgado: puede bastar una jornada para sentenciar el maillot amarillo. De alguna manera ambos fueron fieles a su estilo, solo que LeMond tiene un minuto de margen para resistir el golpe del navarro.

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Echávarri es hombre que disfruta con la guerra de nervios, lo que explica la pasividad de Banesto en numerosas jornadas. No gustan de controlar las etapas salvo cuando tienen el liderato entre las manos. Esa conducta les coloca habitualmente al borde de la polémica. La explicación es bien sencilla: la guerra de nervios termina afectando al aficionado español.

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