En el nombre de José García
Cuatro días de disturbios en la zona norte de Manhattan, donde la policía mató a un joven hispano
José García, vestido con un smoking y con el pelo engominado, está enterrado ya en su República Dominicana natal, pero miles de hispanos siguen gritando e incendiando en su, nombre en las mismas calles de Nueva York donde murió por los disparos de un policía, el pasado 3 de julio. El alcalde de la ciudad, David Dinkins, el cardenal católico John O'Connor y más de 2.000 policías han aprendido su nombre durante los cuatro días en los que han tratado de restaurar la calma en el área al norte de Manhattan conocida como Washington Heights. Las autoridades saben ya de sobra que el nombre del joven de 23 años es el catalizador de las iras de una comunidad pobre azotada por el crimen y las drogas, que desde el pasado lunes ha quemado más de 100 coches y varios edificios en un área de 50 manzanas, para reclamar una justicia que recuerda a las revueltas de Los Ángeles por el apaleamiento de Rodney King.Nueva York, que demostró durante los acontecimientos de Los Ángeles que podía mantener la calma a pesar de que los brotes de violencia contagiaban otras ciudades del país, ha estallado esta vez en uno de sus barrios más debilitados por el crimen.
La muerte de José García en un enfrentamiento con la policía ha sido justificada oficialmente como defensa propia. Sin embargo, para los hispanos que gritan en español "Policía asesina" fue un abuso más de las fuerzas del orden. García, que según su familia iba desarmado, murió de un disparo en la espalda y otro en el abdomen. El forense aún no ha determinado cuál de los dos se produjo primero. El autor de los disparos, el oficial Michael O'Keefe, es un agente cuya violenta Conducta profesional ha sido cuesitionada ya en varias ocasiones por la justicia y que está siendo investigado por la muerte del dominicano.
Tres días después de la muerte de García, los ánimos de la comunidad dominicana, que se habían ido calentando progresivamente, estallaron durante un homenaje de velas frente a la fachada del edificio donde fue abatido el dominicano. Desde entonces, las protestas se han sucedido de forma intermitente. Las llamadas del alcalde -traducido simultáneamente al español- desde los dos canales hispanos de televisión no han dado resultado. Los hispanos siguen lanzando botellas contra la policía desde los edificios y las esquinas, y las listas de heridos y de detenidos aumentan cada hora. Los manifestantes, gritando que quieren ser tratados como personas, siguen rodeando la comisaría de este distrito, varios de cuyos, policías se encuentran bajo investigación por presunta corrupción.
Para empeorar las cosas y despertar nuevas susceptibilidades, otro joven hispano cayó el lunes desde lo alto de un edificio en un forcejeo con la policía, y falleció con el impacto. Sus familiares aseguran que los policías le empujaron, y éstos mantienen que cayó al vacío cuando trataba de evitar ser detenido por lanzar objetos contra. los agentes del orden.
Días antes de la llegada a la ciudad de los 40.000 participantes en la Convención Demócrata, Dinkins ha buscado, el apoyo del concejal del área, Guillermo Linares, el primer dominicano elegido para un cargo público; del cantante de salsa Willie Colon y de todos aquellos hispanos que puedan calmar en su propio idioma a una comunidad irritada que se reunió la noche del miércoles alrededor de un monigote vestido de policía para quemarlo.
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