¿De qué color somos?
Tanto en su diario como en todos los medios de comunicación ha aparecido la noticia del incendio de una chabola en el que han perecido dos personas, "una de ellas de raza gitana y la otra paya" (sic).Al margen de lo triste del caso, que demuestra, una vez más, las vergonzosas condiciones en las que viven sectores marginados de nuestra sociedad, sería conveniente que recapacitásemos sobre la forma de definir otra raza que no es ni la gitana ni la negra ni la oriental: la blanca.
Envidio a los pueblos que, como el gitano, hacen alarde de su raza y de sus tradiciones; así pues, leemos y escuchamos en los medios de información cómo ésas y otras minorías étnicas aluden a su condición de raza, mientras los blancos no nos atrevemos ni a mencionar esa palabra y nos rompemos la cabeza pensando cómo adjetivarla, buscando sinónimos que, como este caso, pertenecen al idioma caló.
No creo que sea ofensivo para las otras razas el que a la nuestra la llamemos blanca, si bien hay otra alternativa: no califiquemos a ninguna. No digamos, por ejemplo, "han muerto dos personas, una gitana y otra de raza blanca", sino "han muerto dos personas", y punto.
Aún me sorprende cuando escucho, sobre todo en deporte: "El jugador de color...", refiriéndose a un negro. ¿Por qué continuamos haciendo hincapié en el color de la gente?
Comentaristas deportivos,
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periodistas en general, ahórrense tiempo y quebraderos de cabeza: todos tenemos un nombre, seamos del color que seamos, y si tienen que decir negro, amarillo, cobrizo, etcétera, digan blanco.
Si no, díganme ustedes de qué color sornos.-
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