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ELECCIONES EN ISRAEL

Los sondeos de opinion pronostican un Gobierno de coalición en Israel tras las elecciones de hoy

Los electores israelíes acuden hoy a las urnas en medio de pronósticos coincidentes de que lo que a Israel le espera es un Gobierno de coalición. Según la mayoría de las encuestas, la oposición laborista de Isaac Rabin ampliará su presencia en el Parlamento de 120 escaños, pero sin dotarse de fuerza suficiente para neutralizar el poder del Likud del primer ministro, Isaac Shamir, y su alianza de partidos religiosos y de derechas. Los primeros resultados de las elecciones destinadas a determinar el curso del actual proceso de paz en Oriente Próximo se conocerán a partir de las nueve de la noche, hora de Madrid.

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Un 12% de indecisos

Rabin dedicó las últimas horas de la campaña tratando de capturar el desencanto de antiguos partidarios del Likud que hasta ayer no sabían por quién votar. El efecto de su periplo en helicóptero por pueblos y asentamientos judíos se conocerá en las próximas horas.Si hubiera que guiarse por las encuestas, el dirigente laborista, de 70 años, seguramente descubrirá que sus esfuerzos por movilizar al electorado en una de las campañas más tediosas de la historia del Estado de Israel no han sido en vano.

Aunque los últimos sondeos, publicados 24 horas antes de la votación, pronosticaban un repunte del laborismo, también consolidaron la impresión de que el duelo entre los grandes de la política israelí va a ser largo y muy reñido.

Un sondeo de Dahaf daba 61 escafios a los laboristas y sus aliados. Otro, de la firma Teleseker, vaticinaba idéntico número al Likud de Shamir. El empate entre ambas formaciones políticas, decían varios analistas políticos anoche, es algo inevitable.

El desenlace más probable es un Gobierno de coalición -unidad nacional- cuya formación puede tomar varias semanas de ardua negociación. Las cifras de hoy determinarán si se repite una coalición del laborismo con el Likud a imagen y semejanza del sistema que gobernó Israel de 1984 a 1988 y durante el cual Shamir compartió el cargo de primer ministro con Simón Peres.

Pérdida de votos

Esa perspectiva no inspiraba ayer gran entusiasmo y no era difícil percibir la sensación de resignación que dominaba en el campo del Likud. "De momento se perfila como la única salida", comentó un funcionario cercano a Shamir admitiendo que su partido ya no se espera ni siquiera un milagro. "Hay que reconocerlo: hemos ido perdiendo votos a diestra y siniestra. Es sobre todo la expresión de cansancio del electorado".

Cualquiera que sea la naturaleza del nuevo gobierno que surja de las elecciones de hoy, los políticos de Israel tendrán que recobrar el tiempo invertido en asuntos internos para volcar su atención al tema de la seguridad nacional y al de la paz con los países árabes.

El proyecto iniciado en Madrid el año pasado ha estado deliberadamente ausente de la campafia electoral en la que Rabin, por ejemplo, se ha cuidado de no insistir en que Israel debe hacer concesiones territoriales a los árabes.

El Likud ha abordado la cuestión tangencialmente y sólo para recordar al electorado que fue Shamir quien asistió a la Conferencia de Madrid para lanzar el actual proceso de negociaciones, un ejercicio que para los árabes todavía no ha producido ningún resultado tangible.

Los pequeños se aprovechan

El distanciamiento del tema central de la política exterior israelí ha sido aprovechado por partidos minúsculos con puntos de vista diametralmente opuestos y que de cierta forma han conseguido mayor audiencia entre los nuevos electores.

Según algunos analistas políticos, gran parte del apoyo del Tsomet, que aboga por una rápida y vigorosa expansión de los asentamientos judíos en Gaza y Cisjordania, y del Meretz, la coalición de fuerzas de izquierda que apoya la autonomía para los palestinos, proviene de un electorado menor de 35 años y para el que los líderes septuagenarios del Likud y del laborismo ofrecen poco o ningún atractivo.

Mientras Rabin volaba de un extremo a otro del país, Shamir, de 76 años, pasó ayer la jornada encerrado en su despacho y dedicado a consultas telefónicas con sus estrategas y viejos socios de los partidos religiosos.

Según fuentes cercanas a Shamir, el primer ministro está cansado y tendrá que administrar las energías que le quedan para la larga batalla que se avecina.

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