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El micrófono oculto

El programa de Concha García Campoy recrea el objetivo indiscreto

Matricular a un mono para que obtenga el graduado escolar o quemar la Casa de Campo en beneficio del medio ambiente no parecen ser situaciones sorprendentes. Al menos, eso es lo que se deduce de las reacciones de la gente que ha sido objeto de una de las muchas bromas del programa Micrófono oculto, que se ofrece durante el fin de semana en la cadena SER, dentro de su espacio A vivir que son dos días. Desde hace cuatro años, A vivir que son dos días incluye una sección de unos ocho minutos de duración que juega con situaciones disparatadas, a la manera del objetivo indiscreto en la televisión. "No es un programa para reírse de la gente. Nunca tocamos temas personales, sino temas de actualidad concretos llevados al límite", explica su presentador y artífice, Antonio Vivas. Según la directora de A vivir que son dos días, Concha García Campoy, la clave del éxito de esta sección se debe a su presentador: "Es fantástico a la hora de recrear los personajes, un verdadero actor". Vivas acudió un día a una tienda del rastro, durante la guerra del Golfo, a comprar máscaras de gas. "Iba con una botella de plástico llena de un líquido que se suponía era un gas tóxico -sólo era agua-. El dueño quería venderme unas máscaras que, según él, aunque eran de la época de la guerra civil, funcionaban a la perfección. Cuando le dije que las quería probar, que se pusiera él una y yo otra y abriría la botella de gas tóxico, el hombre me quería matar. Hice amago de abrirla y llegó a pegarme". En el espacio, Antonio Vivas suprimió este final violento: "No lo emití porque, si no, al siguiente programa la gente quiere carne, pero carne mía. Y no se trata de eso". Una de las emisiones más celebradas fue la propuesta de quemar la Casa de Campo de Madrid. "La idea surgió a raíz de una noticia de un periódico en la que unos pirómanos norteamericanos justificaban la quema de bosques por razones ecológicas. Fui a la Casa de Campo y les propuse a los guardas quemarla en beneficio del ecosistema. Ellos dijeron que les parecía bien, que lo hiciera, pero que no podían ayudarme porque eran funcionarios". Eso sí, le pidieron que avisara a los bomberos. Nadie se libra del Micrófono oculto. Ni siquiera el jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo. "Me hice pasar por rey de Uzbekistán, una de las repúblicas de la reciente CEI, y llamé a la Casa Real para proponer un intercambio de protocolo, para presentarme al rey. Se suponía que estaba exiliado en España y a raíz de los cambios en la ex Unión Soviética ahora regresaba a mi trono", explica Vivas. Habló con Sabino Fernández Campo y con Asuntos Exteriores. García Campoy llamó después a Fernández Campo para pedir disculpas y permiso para la emisión. "Le hizo mucha gracia", dice García Campoy.

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