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Huelga para que no se lleven el agua

El pueblo granadino de Salobreña para cuatro horas para evitar un trasvase a Almuñécar

Una de las pocas personas que no paró ayer en Salobreña (Granada) durante las cuatro horas de huelga fue la ciega que vende los cupones, que pregonaba entre las personas congregadas por la mañana en la plaza de Goya: "Que tengo los kilos, venga, los millones". Los demás trabajadores se unieron por completo al paro convocado por un pintoresco equipo de gobierno municipal, formado por nacionalistas andaluces, un individuo que asegura que es Alfonso Guerra pero del PP, y una alcaldesa de Izquierda Unida que espera que de un día a otro la expulsen de la coalición. La causa: el trasvase de aguas supuestamente excedentarias desde la cota 100 del río Guadalfeo a Almuñécar.María Teresa Jiménez, la alcaldesa, es una mujer menuda que no desaprovecha la ocasión para comparar su escasa talla con el amorpropio que le conmina a defender los derechos de sus conciudadanos. Hace pocos días, la comisión provincial de urbanismo autorizó, anteponiendo razones de beneficio social y de urgencia a la negativa municipal a conceder la licencia, las obras para terminar la conducción que llevará el agua del Guadalfeo a Almuñécar. La alcaldesa, como el resto del equipo de gobierno, considera que, aunque el proyecto colea desde 1988, la decisión se ha adoptado ahora que el PSOE manda en el Ayuntamiento de Almuñécar.

"Sial anterior alcalde de Almuñécar [del Partido Andalucista] le conceden el agua, no pierde nunca las elecciones y se jubila en el sillón", opinan los políticos. La alcaldesa asegura que Salobreña se surte de agua de pozos, pues la del río es insuficiente, y agrega que la Administración carece de los estudios precisos para saber si hay excedentes acuíferos.

Salobreña, de. 9.500 habitantes, se paralizó a partir de las diez de la mañana. Hasta las once reinó la confusión, pues nadie sabía con certeza cuándo ni dónde comenzaría la arenga. "Aquí faltan diez veces más de personas y siquiera un altavoz para la charla", se quejaba un jubilado. El quiosco de los cupones y las máquinas de refrescos (suerte y sed) eran los únicos negocios autorizados. Al final w improvisó el mitin en un balcón particular ante unas 1.500 personas angustiadas por la idea de que el caudal de agua se reduzca en el verano.

El personaje más pintoresco resultó el portavoz del PP, Manuel Rufino; que se autotituló por dos veces ante los oyentes como "el Guerra de Salobreña", por su mordacidad e ingenio. El Guerra de Salobreña también trató de alhajar su alocución con citas y cultismos, pero desgracidarriente marró. Manuel Rufino, El Guerra, gritó: "Como dijo el Che Guevara, nosotros estamos dispuestos a morir de pie antes que vivir ante ellos [los socialistas] de rodillas". Una voz corrigió: "¡Manolooo, que fue la Pasionaria!".

El PSOE, por su parte, dio libertad a sus militantes para acudir o no a la concentración. El portavoz segundo de los socialistas de Salobreña, Antonio Pérez, no abrió su chiringuito de la playa. A las dos de la tarde, quizá un poco antes, el pueblo recuperó la normalidad.

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