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Errores burocráticos hacen fracasar la primera experiencia de juicios rápidos en España

Eran los seis primeros juicios rápidos sin conformidad de las partes y la expectación por conocer ese nuevo sistema que pretende agilizar la justicia en España llenó de curiosos y de periodistas los juzgados sevillanos. El resultado rayó en el fracaso. De los seis juicios previstos, sólo se celebró uno. En los otros cinco hubo de todo. El ladrón de un hotel no acudió; el acusado de intentar robar una moto estaba "mal citado" y tampoco se pasó por el juzgado, a otro acusado la citación no le había llegado. Y es que, como decía ayer un magistrado, "nadie aspira a ser condenado tan pronto".

La mañana comenzó torcida para los integrantes del Juzgado de lo Penal número 2, recelosos de la presencia de periodistas ávidos por conocer los detalles de las causas instruidas por el procedimiento abreviado de urgencia. La sala de vistas del edificio de la Audiencia en la que pretendían celebrar los seis juicios rápidos estaba ocupada por otro juzgado, y e traslado a otra sala del bloque anexo los retrasó más de 45 minutos. La primera fue la única vista que se celebró realmente, y fue realmente rápida: menos (le minutos. Los acusados, dos jóvenes toxicómanos que habían sido detenidos el pasado 8 de mayo por un patrullero de la policía, reconocieron, a preguntas del fiscal y de la defensa, que momentos antes de la detención habían desvalijado el interior de un vehículo en el centro de Sevilla. También confesaron que horas antes habían consumido caballo y "tres o cuatro pastillas de tranquinlasin". Diez meses de cárcel fue la solicitud del ministerio fiscal, que para colmo sólo contó en la vista con uno de los dos testigos de cargo presentados: uno de los policías que practicó la detención no acudió al juicio.

Lentitud y desesperación

Gustavo Adolfo Vázquez Sánchez, letrado de los dos jóvenes, pidió la reducción en uno o dos grados de la pena, argumentando la toxicomanía de sus defendidos -confesaron llevar siete años enganchados a la heroína- y el tratamiento médico de dexintoxicación al que ambos se encuentran sometidos, según las pruebas documentales aportadas. Tras el "visto para sentencia", pronunciado por la juez Carmen Abolafia de Llanos, que firmará su fallo en el plazo de cinco días, la lentitud y desesperación se apoderó de todos cuantos participabanen la primera sesión rápida de la justicia española. El director de un céntrico hotel sevillano juraba en hebreo ante la puerta del juzgado por la demora del juicio contra Francisco Javier Muñoz. Este individuo debía ser juzgado por un robo en grado de frustración tras ser sorprendido, el pasado día 7, en una habitación del hotel Murilli5 por el morador de la misma.

La mala suerte de Muñoz fue que la víctima escogida era un comisario de policía francés de paso por Sevilla con motivo de la visita de Mitterrand a la Expo. Muñoz, a quien se le pedían 10 meses de arresto, no acudió y el juicio rápido hubo de ser suspendido sine die tras hora y media de respetuosa espera y el enfado de la letrada defensora, que exigió la suspensión inmediata. Igualmente se suspendieron otros tres juicios. Uno, porque al frustrado ladrón de una motocicleta no lo habían citado en forma; el otro, porque, al parecer, el joven acusado de dar un tirón se había dormido. La madre del acusado, tras recibir la llamada telefónica del agente judicial, aseguraba que ya iba para el juzgado. Nunca llegó. Un tercer acusado, sorprendido mientras robaba en una semillería, tampoco acudió a la rápida cita judicial.

Robar a un policía

La jornada se dilató hasta ya pasada la una del mediodía. Angel García Girón sí acudió a su vista rápida. Claro que este parado-toxicómano de 33 años venía procedente de Sevilla-1, o de Ranilla, como popularmente se conoce a la vieja prisión sevillana, y conducido por dos policías. Su juicio era de los llamados de conformidad. Tuvo la mala suerte de ir a robar en la vivienda de un policía, y su detención no tardó en producirse. Con antecedentes policiales, este acusado aceptó en la víspera del juicio la pena solicitada para él por el fiscal: cuatro años, dos meses y un día de cárcel. Llegado el juicio rápido se mostró disconforme tras oír un relato cargado de cargos y de delitos que aseguró no haber cometido. La suspensión fue inmediata.Y es que nadie ha contado, para este proyecto de justicia rápida, con aquellos que, como decía un magistrado, "no aspiran a ser condenados tan pronto".

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