Cristina Hoyos presenta en la Expo una 'Yerma' sobria e imaginativa
Cristina Hoyos ha vuelto a crear otro gran espectáculo flamenco, Yerma, que se ha representado en el Auditorio de la Expo en los últimos tres días. Esta Yerma está hecha con rigor, sobriedad y mimo, buscando un perfeccionismo que en ningún caso colisiona con lo imaginativo.
Yerma, sobre la conocida obra de García Lorca, se plantea en una línea de sobriedad absoluta. La tragedia de la esterilidad es narrada de manera directa, y encarnada por una Cristina Hoyos profundamente entrañada con el personaje y su drama íntimo. Hay una total economía de recursos expresivos, sólo lo esencial interesa.Sobre una música muy bella de Paco Arriaga, flamenca sin atenerse a unos estilos convencionales, la tragedia de esta mujer se plasma en bailes de enorme sugestión y una fuerza a veces sobrecogedora. Toda la compañía funciona con ejemplar disciplina, aunque el grandísimo ámbito del Auditorio ejerce un efecto de distanciamiento que en lo flamenco nunca es deseable. Este arte exige una relación casi táctil con el público, que aquí no es posible. Dos grandes pantallas en los laterales del escenario pretenden subsanar este inconveniente, pero tal recurso es un arma de doble filo, porque inconscientemente el espectador queda a veces prendido en la imagen ampliada y se olvida de la viva, completa y mucho más real que tiene en el escenario.
Los primeros nombres de la compañía responden de manera ejemplar a lo que de ellos se espera. Hiniesta Cortés, por ejemplo, que incorpora a la vieja pagana y hace con la Hoyos un memorable baile de los conjuros. Todos, en fin, están a la altura de un empeño noble y hermoso, incluida la no presente Esperanza Fernández, cuya voz abre y cierra el espectáculo cantando una nana tremendamente emotiva.
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