Copas de santo
Toda proclamación de un nuevo santo o beato conlleva un cierto grado de actividades mundanas, con canapés y cócteles, que forma parte de los programas oficiales establecidos para estas celebraciones por el protocolo romano. En el caso de Josemaría Escrivá, anoche fue el turno de la Embajada de España ante la Santa Sede y hoy lo será el del Opus Dei, que dará su guateque vespertino en un hotel próximo al Vaticano.El bello palacio de la plaza de España que aloja a la representación dirigida por el embajador Jesús Ezquerra atrajo menos caras conocidas de las esperadas. Estuvieron ex ministros franquistas, como Juan Sánchez Ventura, Luis Cabello de Alba o Alfredo Sánchez Bella, pero no Alberto Ullastres ni Laureano López Rodó, que llegó con retraso.
Estuvo también Rafael Termes, ex presidente de la Asociación Bancaria Española, que consideraba el día de -mañana el más feliz de su vida -"más que el de la primera comunión", dijo-, pero no Luis Valls Taberner, presidente del Banco Popular, que hoy estará en la plaza de San Pedro. Tampoco estuvo Marío Conde, quien también es esperado en la beatificación del fundador del Opus.
Compareció Juan Cruz Alli, presidente navarro, y los políticos regionales de la misión oficial española, pero no Federico Trillo ni Isabel Tocino. Estuvo el almirante Poole, jefe del cuarto militar de la Casa Real. El rejoneador Álvaro Domecq fue una de las caras más conocidas.
Álvaro del Portillo, el prelado del Opus Dei, sólo permaneció unos minutos en un salón. Asistieron los obispos de Toledo, Marcelo González; Pamplona, José María Cirarda; Santiago, José Rotico; Orihuela-Alicante, Francisco Álvarez, y el vicario de Madrid, Aeustín García Gascó.
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