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Calderero, sastre, soldado, mandarín

La verdad sobre los espías británicos es más insulsa de lo que podría imaginarse. Por eso resulta tan sorprendente. (...) Hasta 1987, el Gobierno admitía a duras penas que existieran ni el servicio de espionaje extranjero (MI-6 o SIS) ni el servicio de espionaje interior (MI-5). En 1989, Douglas Hurd, entonces ministro del Interior, confirió la dignidad de una existencia estatutaria al MI-5. (...)Este año o el año próximo, Hurd, ahora ministro de Exteriores, legalizará el MI-6. (...) Existía cierta inquietud sobre el futuro del MI-6 cuando terminó la guerra fría, pero el Comité Conjunto de Inteligencia le ha dado abundante trabajo: (...) el MI-6 aconseja a los países del este de Europa sobre cómo establecer los servicios secretos de una democracia y preservar su honradez. (...) Pero ésta es una tarea secundaria. Lo habitual es que el MI-6 vigile la proliferación nuclear; siga la pista del armamento y los científicos ex soviéticos; proporcione informes sobre la política y economía de ciertos países, noticias comerciales especialmente, y, cada vez más, vigile a los terroristas internacionales y a los narcotraficantes. Esta última es su única tarea realmente peligrosa; la mayoría de los funcionarios del MI-6 tenía una relación bastante agradable con sus adversarios del KGB cuando éste era el enemigo; (...) se conocían bien y, por lo general, no se mataban entre sí, como John le Carré querría hacernos creer.

8 de mayo

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